Creación artesanal

La moda de las 'kokedamas' conquista la rosa de Sant Jordi en Barcelona

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Sant Jordi de récord en Barcelona

Sant Jordi de récord en Barcelona / ZOWY VOETEN

Blanca López Fiñaga

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Rosas eternas para que Sant Jordi no se marchite en abril, pequeños jardines en burbujas de cristal, bolas de musgo por macetas… En Sant Jordi la venta de flores llega a su cénit y, con él, todo tipo de propuestas intentan colarse en las casas de los paseantes que se dejan agasajar. Las tendencias que han ido arraigando durante los últimos años tienen su mejor escaparate en el Día del Libro y la Rosa.

Entre todas ellas, destaca el éxito creciente de las kokedamas o “bolas de musgo”: una técnica japonesa de cultivo de plantas que, según coinciden las floristerías consultadas por este diario, siempre es un gran descubrimiento para los amantes de la decoración. “La palabra aún es un descubrimiento para la mayoría, no moda, porque las kokedamas son cada vez más conocidas pero todavía no se han popularizado”, explica Noemí Iniesta, diseñadora floral de Alblanc. Esta marca germinó en 2017 y una de sus primeras kokedamas, recuerda, fue la especial de Sant Jordi. Hace ya ocho años que las vende, y desde entonces las floristerías que las incorporan a su oferta no hacen más que multiplicarse.

No hay más que ver el caso de Omotesando, Verdelona o Kokemon, tres especializadas en esta técnica que nació hace quinientos años para dar respuesta a una necesidad cotidiana: la de trasladar plantas y árboles sin que murieran por el camino. Los japoneses se dieron cuenta de que si envolvían las raíces de un árbol con una bola de musgo, la planta mantenía el contacto con la tierra y la humedad y, por tanto, podía mudarse sin riesgos.

Los tres talleres lo tienen claro: las kokedamas tienen mucha vida por delante. “Cada vez me encuentro a más gente que sabe lo que son o que ha visto kokedamas en algún sitio”, asegura Joan Català, fundador de Omotesando. Quedó tan prendado del concepto en una pequeña tienda del barrio Nakameguro, en Tokyo, que de vuelta a Barcelona aprendió el oficio y abrió Omotesando en 2018. Luego, en 2021, levantó persiana Kokemon, la única regentada por un japonés, Masami Kamimura, al que le viene de familia: “Unos parientes tenían una floristería allí, en Japón”. Y por último, Verdelona, en 2022, nacida con el Covid-19 en pleno apogeo.

Un rosal en formato 'kokedama' y una rosa preservada de la marca Omotesandō

Un rosal en formato 'kokedama' y una rosa preservada de la marca Omotesandō / Omotesandō

Tradición y modernidad, de la mano

Las kokedamas resultan atractivas, sostiene Català, esencialmente por tres razones: artesanía, sostenibilidad y diseño contemporáneo. De la colección que expone este Sant Jordi, hay dos productos especialmente llamativos: la Garden Rose, que preservada en su cúpula evoca a cierta rosa custodiada por una bestia principesca; y el Rosal Kokedama, que, como su nombre indica, consiste en un rosal envuelto en una bola de musgo.

Dos rosales en formato 'kokedama' de la marca Alblanc

Dos rosales en formato 'kokedama' de la marca Alblanc / Alblanc

“Cuando compran una kokedama, los clientes saben que adquieren un producto sostenible, fabricado artesanalmente con productos orgánicos, sin plásticos, y muy fácil de cuidar”, señala José María Fernández, fundador de Verdelona. Además, añaden desde Alblanc, estas plantas aportan diversos beneficios al hogar: purifican el aire, absorben la humedad y reducen el estrés.

A las kokedamas y las rosas preservadas, se añade otra apuesta: los terrarios, jardines en bol. Según Fernández, se trata de “espacios cerrados que bajo condiciones óptimas muestran cómo funciona un ecosistema". En otras palabras, las plantas utilizan los nutrientes del suelo, la luz solar y el agua para sobrevivir y seguir con su proceso vital, de modo que el terrario se autorriega.

Un rosal y un lirio en formato 'kokedama' de la marca Verdelona

Un rosal y un lirio en formato 'kokedama' de la marca Verdelona / Verdelona

Las tres opciones son aptas para despistados: “La kokedama solo necesita sumergirse en un bol de agua una vez por semana, y luz solar indirecta, el terrario lo regamos una vez al año y la rosa preservada, ni eso”, comenta Català. Las “rosas eternas”, como su Garden Rose, han pasado por un proceso mediante el cual su savia y agua se reemplazan por líquido preservante. Esta mezcla biodegradable compuesta a base de plantas permite que las flores se mantengan intactas durante años sin necesidad de riego.

En lo que llevamos de abril, Omotesando ya ha cuadruplicado sus ventas, una parte de cuyos ingresos destinará al Banc d’Aliments. Este Sant Jordi, está seguro, tanto kokedamas como rosas preservadas como terrarios encontrarán su rincón en muchos hogares barceloneses.

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