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El nuevo desafío del Zoo de Barcelona: salvar al soldado Mantis

El zoológico de la ciudad estrena una nueva instalación dedicada a los invertebrados, por el momento con 33 especie hermosas, inquietantes, desconcertantes...

Carles Cols

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¿Quién dijo que los zoológicos del siglo XXI iban a ser aburridos? El de Barcelona acaba de inaugurar un nuevo recinto acorde con los nuevos tiempos. Es un espacio consagrado a los invertebrados. Insectos, sobre todo. Hay 33 especies distintas, todas fascinantes, sin duda, pero como ocurre a menudo, lo interesante sucede entre bastidores, en el laboratorio dedicado, entre otras faenas, al apareamiento, porque, claro, se trata de no quedarse sin ejemplares. ‘The show must go on’, podría decirse. El caso es que, durante la presentación, una conversación ha llevado a otra y así ha sido posible descubrir cuál es el momento que más estrés provoca a los entomólogos que trabajan en esa instalación. Es la cópula de la mantis religiosa. “Tenemos que estar muy atentos para, en el clímax sexual, salvar al macho antes de que la hembra lo decapite”. Quién dijo que los nuevos zoos iban a ser aburridos…

Las hembras de esta especie, por si hay que aclarar estas cuestiones, no tienen en realidad una especial pulsión por unir a eros y tánatos en un mismo instante, algo que sería muy poético, sino que, simplemente, les puede la gazuza. Alumbrar una prole requerirá un gran consumo de energía y, llegado el momento, el ‘snack’ que tienen más a mano resulta ser su amante. Para evitar tan brutal final, lo dicho, están los empleados del zoo, a los que apetece imaginar como esos agentes de seguridad de los presidentes de Estados Unidos, que ante cualquier indicio de peligro, se llevan en volandas al mandamás al grito de "Elvis sale del edificio”.

Lo que el Zoo de Barcelona acaba de inaugurar son 300 nuevos metros cuadrados (que no está nada mal si se tienen en cuenta las dimensiones de los minúsculos residentes de este espacio), pero, sobre todo, lo que ha hecho es poner fin a una incongruencia. El 97% de los animales de la Tierra son invertebrados y su presencia hasta ahora en los zoológicos, si estos pretenden ser centros de exhibición, pero en especial de conservación y alabanza de la biodiversidad, era testimonial

El recinto está dividido en varios ámbitos. Están, por una parte, los invertebrados propios del Mediterráneo, que pese a su cercanía son, en algunos casos, cada vez más caros de ver. Hay, por ejemplo, ejemplares de ‘Coccinellidae’, más conocidas por su nombre común, que dio pie a un insulto, mariquitas, preciosos coleópteros que muchos niños de ciudad tal vez no haya visto nunca.

Otro ámbito es el selvático, en el que durante la inauguración podría haberse llevado los focos un inquietante ejemplar de tarántula de rodillas rojas, pero resulta que en ese mismo instante dos cristales más arriba había un siempre espectacular insecto de palo azul que acababa de seducir a una hembra. Se supone que es un fásmido, o sea, un ser vivo capaz de mimetizarse con su entorno, tener el aspecto de una hoja o, en este caso, de una simple ramita seca, pero en esta especie los machos son de un azul casi eléctrico porque las ganas de impresionar a las hembras (ellas sí, grises) es mayor que el miedo a ser comido.

Un insecto de palo azul, casi eléctrico, en plena coyunda con una hembra, casi invisible con su aspecto de simple rama.

Un insecto de palo azul, casi eléctrico, en plena coyunda con una hembra, casi invisible con su aspecto de simple rama. / ZOWY VOETEN

Hay un tercer ámbito dedicado a los insectos endémicos de islas y otro, muy inquietante, al de los que viven en nuestros hogares, pero por su luminosidad hay que rendirse ante el espectáculo del mariposario, un espacio más difícil de gestionar de lo que en principio podría parecer. Allí, el trabajo de los empleados del zoo consiste en capturar las orugas y llevarlas al laboratorio, más que nada porque si se las dejara campar a su aire terminarían con todo aquel verdor en cuestión de días. Se las alimenta en el otra estancia y solo cuando se encapsulan para prepararse para la metamorfosis son devueltas al mariposario. Merece la pena ser visitado y (esto es un consejo) reparar sobre todo en la imponente presencia de las ‘Ailanthus silkmoth’, la mariposa de seda de ailanto, un perfecto ejemplo de que los invertebrados son capaces de empequeñecer cualquier argumento de la ciencia ficción.

Se trata de una mariposa de hábitos nocturno, así que en horario de visitas al zoo suelen estar quieta e impertérritas colgadas del techo. Por su tamaño, son inconfundibles. La desconcertante es que se trata de una mariposa de cortísima vida, hasta el punto de que en esta, la que es su segunda vida tras salir del capullo, nace sin boca para alimentarse. Solo volará unos pocos días para aparearse.

En realidad, cada una de las 33 especies seleccionadas para estrenar este nuevo espacio dedicado a los invertebrados merecería una crónica. Las hormigas cortadoras de hojas suelen impresionar por su alta productividad, menudo frenesí, y se pasa por alto su característica verdaderamente más llamativa, que son granjeras, porque las hojas no las cortan para su propio consumo, sino para alimentar un hongo que cultivan en sus nidos.

El escarabajo Hércules hace honor, por su aspecto, a su nombre, y otro tanto se puede decir del pelotero, pero ni uno ni otro eclipsan al decano de los animales de la Tierra, que también tiene su hogar ahora en el Zoo de Barcelona. Son los triops, diminutos crustáceos que apenas han evolucionado en 220 millones de años, sencillamente porque no lo han necesitado. Son los decanos del reino animal. Su resiliencia es envidiable. Hace años se pusieron de moda como juguete. Sus larvas, inertes en caso de sequía, cobraban vida si se humedecían. Aquello, por suerte, fue una insensatez pasajera. En el nuevo recinto de los invertebrados se les trata con el respeto que se merecen