Otro modelo de gestionar las artes

La cultura cooperativa se alía para ejercer de contrapoder

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zentauroepp52278993 barcelona 13 02 2020 barcelona foto a la comunal nuevo espa200214105108 / RICARD CUGAT

Helena López

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La intención es, en palabras de Irene Jaume, una de sus impulsoras, "crear un espacio que les permita ser un sujeto capaz de incidir y transformar". Y, además, hacerlo más allá del discurso teórico; compartiendo prácticas. Con ese objetivo nace el circuito<strong> Cultura Coop,</strong> que se presentará el martes por la tarde en la Lleialtat Santsenca, en un acto en el que se hablará de cómo la cultura crítica, cooperativa y comunitaria tiene el poder de construir ciudades "más habitables", con la intención de construirlas. O de hacer más grande la grieta abierta. Socializar la transformación que ya es una realidad en pequeños círculos. "Desde la Ciutat Invisible hace años que se está trabajando mucho el modelo de ciudad. La cultura tiene mucha influencia en el modelo de ciudad, sobre todo en una ciudad como Barcelona, donde las llamadas industrias culturales han tenido un gran peso", describe Jaume desde la nueva sede de la librería de referencia para el Sants disidente, recién trasladada a un nuevo espacio, La Comunal, compartido con otras cooperativas del barrio.

Cultura Coop nace como punto de unión entre proyectos culturales cooperativos -o con otra fórmula jurídica, pero esa misma ética y visión de la ciudad y el mundo- y espacios de gestión comunitaria. Unir continente y contenido para crear sinergias, compartir dudas y hacer más ligeras las piedras en el camino, con el objetivo de hacer de contrapeso a las grandes industrias culturales, a sus ojos un gran elemento vertebrador de esa marca Barcelona contra la que luchan. "Hoy en día la mayoría de la cultura que se hace y se promueve en Barcelona obedece a la lógica privada y comercial", contextualiza Jaume. 

Altavoz más allá del barrio

Ese diagnóstico se realiza en paralelo a otro fenómeno: la creación de una serie de proyectos culturales vinculados a la economía social y solidaria o bien surgidas del propio tejido asociativo y o bien vinculados a prácticas profesionales vinculadas al cooperativismo. Esa eclosión de proyectos, sumado a la proliferación de equipamientos públicos gestionados por el mismo tejido vecinal, conforma la base de lo que quieren que sea un "futuro sector cultural vinculado a la economía social y solidaria". Formas de cultura que suelen quedar limitadas al tejido del barrio donde nacen, pasando desapercibidas en el resto de la ciudad. "Cultura Coop quiere hacer de altavoz de estas iniciativas, de ahí  que se programe en varios puntos de la ciudad, entendiendo la cultura y las comunidades como reconstructoras de ciudad", señala el cooperativista cultural Xavi Urbano. "Queremos demostrar que hay otra forma de gestionar, que el modelo público-privado no es el único. Es complicado, pero somos mucha gente haciendo cosas con un espíritu similar. Son proyectos que nacen en espacios más o menos pequeños, pero que pueden ser proyectos de ciudad. Queremos crear estructuras paralelas", añade. En eso trabajan.

Como Jaume, Urbano insiste en la idea de ser "un interlocutor válido, un contraloby". "Ya no somos actores separados, nos gustaría que esa otra manera de hacer las cosas fuera más permeable a todas las estructuras de ciudad", prosigue. "Tenemos los espacios, generemos ecosistemas", concluye.

El circuito empezará este martes en La Lleialtat. Empiezan en Sants, territorio con una gran tradición cooperativa, donde también acogerán la acción del mes de marzo, dedicado a las artes plásticas -una de las características del Cultura Coop es esa ambición de abarcar todas las disciplinas. El 14 de marzo, también en la Lleialtat, se inaugurará una muestra que se podrá ver durante todo el mes en la que se reflexionará sobre si es machista el mundo el arte, cómo sensibilizar y trabajar la igualdad a partir de la cultura y la creación en el marco de las jornadas La Lleialtat té nom de dona organizadas por el espacio. 

Libros, cine y música

En abril hablarán de libros. De librerías. Del mayúsculo reto de sobrevivir en la era Amazon. En los últimos años las librerías de barrio -o no tan de barrio, el centro es la jungla inmobiliaria- han sido noticias por la sangría de cierres. Los alquileres y Barcelona, esa combinación explosiva. Pero, en paralelo, siguiendo esa eclosión de proyectos a contracorriente que aglutina el Cultura Coophan nacido pequeñas librerías, muchas de ellas con una fórmula cooperativa o de proximidad. El debate Librerías de proximidad versus capitalismo de plataforma: retos y estrategia se celebrará en La Farinera del Clot (en la otra punta de la ciudad, con esa idea de abarcar todo el territorio) y lo organiza La Ciutat Invisbile y Pebre Negre (librería del barrio).

Los libros son también los protagonistas en mayo, en los que han sumado la Fira Literal, en la Fabra i Coats de Sant Andreu. En Junio vuelven a Sants para poner el foco en el cine, en un acto a cargo del primer cine cooperativo de la ciudad, el Zumzeig. En julio se desplazan a Nou Barris, con el Say it loudla versión estival del reconocido festival en el patio de de la sede del distrito de Nou Barris, distrito en el que cerrarán el circuito con la 25ª edición del Circ d'Hivern del Ateneu Popular, referente absoluto para la cultura cooperativa (y la que no) en la ciudad y más allá (Premio Nacional de Circo 2019). 

El Say it loud, pendiente de su futuro

La semana pasada saltaba la noticia de que el Say it loud, festival de referencia de esta contracultura, pendía de un hilo tras la llegada de vecinos al recinto de la Fabra i Coats, donde hasta ahora se celebraba. La situación durante estos días parece haberse redirigido, y la semana que viene el ayuntamiento ha convocado a los festivales afectados a una reunión con el distrito de Sant Andreu -el más preocupado por posibles quejas de vecinos, que por ahora parecen mostrarse contentos con la animada actividad en su nuevo vecindario- y el ICUB para intentar resolver la situación para este año y trabajar hacia una solución definitiva para el futuro. "El problema es que si quieres programar algo para más de 500 personas, no hay ningún sitio público en la ciudad en el que puedas hacerlo. Tienes que irte a una sala privada. La Fabra era el único lugar en el que se podía hacerse", destacaba hace unos días Xavi Urbano, organizador del festival.