gatillazo municipal

Colau recula y abrirá la playa del Eixample de Barcelona

Una recogida de firmas y la respuesta de la oposición obligan al equipo de gobierno a rectificar

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Carles Cols

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La noticia saltó con sordina el viernes de la semana pasada. No hubo comunicación oficial. Simplemente, alguien en BTV reparó en ello cuando accedió a la web municipal y el susto corrió como la pólvora“Este año 2018 no abrirá al público”. Se refería a la playa del Eixample, toda una institución desde 1987, el interior de manzana de la Torre de les Aigües reciclado en zona de baño. Pim, pam. Una nota breve como un haiku. Nada que ver con las extensas notas oficiales que llegan a los medios de comunicación cuando las noticias son para presumir. Si el plan era zanjar sin controversia tan inesperada decisión, alguien en el equipo de gobierno erró en los cálculos. El lunes, un vecino puso en marcha una recogida de firmas para tratar de revertir lo que, en su opinión, era un desatino mayúsculo. Este miércoles por la mañana comenzó a correr de correo en correo este change.org. En pocas horas sumó unas 400 firmas. La oposición olió el miedo. Se puso manos a la obra. El miércoles por tarde, o sea, hace nada, el equipo de Colau ha reculado. Habrá playa, aunque con condiciones.

La Torre de les Aigües fue el primer interio de manzana que se abrió al público. Cerrar la playa podía ser ahora un "peligroso precedente"

El problema de fondo es que se habían enquistado desde hace años quejas de algunos vecinos por el ruido. Los niños gritan, sí. No era solo una vecina, como en un primer momento se interpretó y publicó. Eran varios. La confusión en el número la propició el hecho de que los técnicos municipales solo fueron, sonómetro en mano, a tomar mediciones desde una ventana. No necesitaban más. Los decibelios superaban los límites establecidos en la normativa municipal y, sorprendentemente, el número de soluciones posibles se redujo a una. Adiós a este equipamiento veraniego. Punto final a 31 años de historia.

Montse Ballarín, exconcejal socialista del Eixample, asegura que está estupefacta ante la simpleza con que el equipo de gobierno creyó resolver el conflicto. Cree que no sopesó las consecuencias, no solo la reacción de los usuarios habituales del lugar, sino también el “peligroso precente” que sentaba. La Torre de les Aigües fue el primer interior de manzana que se recuperó para uso ciudadano. Después vendrían más. Todos distintos. En una trama urbana como la del Eixample, tan infradotada de zonas de relax, este tipo de espacios abierto al público son una joya. Según la concejala del PSC, un error en la Torre de les Aigües podría dar pie a una cadena de errores después en otros interiores de manzana si se aplicara tan inflexiblemente la normativa municipal.

Un recinto ideal

Es cierto que estos últimos años la playa del Eixample, abierta al público habitualmente desde Sant Joan hasta principios de septiembre, era como el patio de una escuela a determinadas horas del día, las que podrían calificarse como las ‘horas del casal’,  más o menos a partir de las 11 de la mañana y hasta poco antes del almuerzo. Es un recinto ideal. Solo tiene una boca de entrada, a través de un túnel situado en el número 56 de la calle de Roger de Llúria, y , además, con un vigilante. Así no se pierden niños, el terror de todo monitor.

El remedio que el viernes el equipo de Colau no supo ver pasa por reducir el aforo, recortar el horario y brindar los lunes como día de descanso

Total, que con inusitada celeridad, el Ayuntamiento de Barcelona ha encontrado ahora la solución que no se le ocurrió el viernes. Habrá playa, con su arena para cubos y palas, como ha sido siempre norma, pero con condiciones.

En primer lugar, se reducirá el aforo. El año pasado, a partir de las 375 entradas vendidas no accedía nadie más. Este verano el límite serán 200 las plazas disponibles. Los lunes, el equipamiento permanecerá fuera de servicio. Y de martes a domingo, abrirá sus puertas, pero las cerrará media hora antes de lo habitual, a las ocho de la tarde, con el sol aún en alto, cierto, pero algo es algo. La suerte añadida de esta solución de emergencia es que a la vista de que, como se anunció, el espacio este año no iba a abrir sus puertas, muchos ‘casals’ habían buscado ya alternativas. Cae, pues, el riesgo de que la aguja de los sonómetros entre en la zona roja.

El antecedente olvidado

Colau, según se mire, evitará un bochorno similar al que a finales de los 90 estuvo a punto de sufrir Joan Clos, también por no sopesar bien que esta es una ciudad desagradecida para los niños y que hay que andar con tiento para no agravar esa situación. Entonces, el problema surgió en la plaza de Sant Felip Neri. Abrió allí sus puertas un hotel. Este tipo de inversiones se recibían como un maná y se cantaban aleluyas. Todo por el turista. Los clientes protestaron en recepción porque la plaza la utilizaba como patio de recreo una escuela cercana y la dirección del establecimiento, apelando a la inversión que había realizado, pidió al ayuntamiento que echara a los críos. A punto estuvo de suceder. La bombilla del sentido común solo se encendió en algún despacho de la plaza de Sant Jaume en el último minuto. Lo curioso del caso es que el mismo equipo de gobierno que ahora ha estado a punto de dejar sin playa urbana a los niños del Eixample tomó en Sant Felip Neri el año pasado una medida en sentido totalmente contrario. A la hora del patio, se valla aquella plaza para que los turistas no perturben la sagrada hora del recreo.

Una obra menor pero al menos intacta de Josep Oriol Mestres

A lo mejor ha sido todo culpa de <strong>la maldición de Josep Oriol Mestres</strong>. Es el arquitecto que levantó la torre que da nombre a este interior de manzana. El parto de esta construcción ya fue con fórceps. Los técnicos municipales del XIX, tan quisquillosos como los del XX y el XXI, le pusieron mil peros a la altura de la torre. Si era más baja, la presión del agua en los grifos a los que suministraba servicio era insuficiente. Sudó sangre el pobre Mestres para salirse con la suya.