Transformación urbanística en apuros en Les Corts

La Colònia Castells agoniza sin noticias sobre su porvenir

Una calle de la Colònia Castells en diciembre de 1999, antes de los derribos.

Una calle de la Colònia Castells en diciembre de 1999, antes de los derribos.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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De la no tan vieja consigna Salvem la Colònia Castells apenas quedan un par de descoloridos carteles colgados de las casas de los pocos resistentes. Desde hace unos meses, cuando empezó la ofensiva de derribos de dos de los cuatro pasajes que conformaban el barrio, es más que evidente que a este otrora oasis de casitas bajas en el centro de Les Corts ya no hay quien lo salve. En la parte que va desde la calle de Entença hasta la de Castells -parcela que comprende la primera fase de la remodelación- ya quedan menos de una decena de casas, habitadas por los pocos vecinos que todavía no se resignan a aceptar lo que ya es imparable. Están pendientes todos ellos de que el día menos pensado venga la policía a sacarles de sus casas, que ya nos son suyas porque las expropiaciones hace tiempo que se cerraron y el ayuntamiento ha denunciando judicialmente a los últimos díscolos.

Muchos no entienden las prisas por derribar la Colònia cuando es evidente que no hay dinero para iniciar la reforma urbanística. «Echan a la gente de casa para convertir el barrio en un gran solar», explica Marc, uno de los impulsores de la campaña Salvem la Colònia Castells. Él vive en la calle de Castells, en la acera de la segunda fase. La situación de los vecinos de esta parte tampoco es esperanzadora. De momento nadie vendrá a sacarles de sus casas -quizá a Marc sí, ya que la suya es una casa okupada-, pero para muchos ese es precisamente el problema.

VIVIR ENTRE RUINAS / Mariana es vecina de Marc. Vive en la barriada desde que se casó, hace medio siglo. Allí ha construido su vida y ha levantado a su familia. Su vivienda pertenece a la segunda fase, a la calle y media que sigue en pie, y para la que, de momento, no hay proyecto. «Se me cae el mundo encima cuando salgo a la calle y veo cómo está el barrio», explica triste. Vive justo frente a un enorme terreno vacío. Ante un solar ruinoso y las últimas casas vacías, también pendientes de derribo. «Hace un año pedí instalarme en uno de los pisos vacíos de la primera fase y aún no me han dicho nada», apunta plenamente consciente de que la construcción de los pisos para acoger a los afectados de la segunda fase va para largo.

El verano del 2010, hace ahora poco más de un año, el ayuntamiento entregó las llaves de los pisos que acogen a los afectados de la primera fase de la colonia con derecho a realojo, todos los que vivían allí antes del 2001. Se trata de un bloque en la Travessera de les Corts, a pocos metros de la colonia, y 14 de esos pisos quedaron desde el primer momento vacíos y así llevan más de un año, ya que algunos de los afectados con derecho a ellos no los quisieron. Mariana sueña con poderse mudar allí cuanto antes. «En la casa de al lado no vive nadie, y tengo unas humedades que no me dejan vivir. Aquí no se puede estar. Nos va a costar la salud», insiste la mujer, quien critica que han dejado solo cuatro farolas en toda la calle y «da miedo salir a la calle».

SOLO RUMORES / Ni la Generalitat ni el ayuntamiento, los dos responsables de llevar adelante la transformación del barrio, hablan claro sobre el asunto. Nadie se atreve a dar fechas sobre cuándo empezarán a construirse los prometidos pisos, equipamientos y zonas verdes previstos en el lugar, ni con qué dinero. Tampoco desvelan las incógnitas sobre las indemnizaciones. Según el acuerdo ya firmado, las recompensas a los propietarios de las viviendas deberían ser todas iguales. Todas acorde a los precios del 2007, es decir, precios que no corresponden en absoluto con los del 2011. «No aceptaremos una indemnización menor a la acordada», asegura Maria Rosa Almansa, presidenta de la asociación de vecinos Colònia Castells Segunda Fase, quien asegura que «oficialmente», no han recibido noticias ni de que el proyecto esté parado ni de que las indemnizaciones hayan variado. Extraoficialmente, en el barrio hace tiempo que corre el rumor de que las indemnizaciones para la segunda fase serán un 30% más bajas que las de sus vecinos -ya recolocados y con el dinero en el banco-,

aunque nadie sabe aclarar su procedencia. Así, muchos vecinos de la segunda fase se sienten atrapados en un barrio que ya no es tal. Temen que la situación se eternice y que tengan que vivir muchos más años en un ambiente nada agradable.

«Más que cuándo construirán los pisos, lo que nos preocupa es el estado en el que está ahora el barrio. Da asco», asegura Almansa. Como Mariana, esta vecina afirma que en la situación de «abandono total» en la que se encuentra el lugar por la noche da miedo salir. «Esto ya no tiene nada que ver con lo que era. Ya no sabes quién vive aquí», apunta. Fuentes municipales aseguran que la intención del distrito es, una vez «acaben con los desalojos y los derribos», limpiar bien los solares para darles un «uso provisional», que negociarán con los vecinales.