Balance de una gran intervención urbanística en Gràcia

La plaza de Lesseps levanta quejas al año y medio de su inauguración

Tarima quemada (izquierda) y un perro paseando en una zona en la que está prohibida su entrada (derecha).

Tarima quemada (izquierda) y un perro paseando en una zona en la que está prohibida su entrada (derecha).

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Los vecinos de la plaza de Lesseps, que se inauguró hace poco más de un año y medio no exenta de polémica después de más de tres años de obras y un largo proceso de participación iniciado en el 2002, siguen en sus trece y no tiran la toalla en su lucha para conseguir que este espacio sea el verdadero núcleo de convivencia que, dicen, no ha resultado ser. Denuncian deficiencias estéticas y de concepto, a la par que un rápido deterioro de algunos elementos y un mal uso por parte de incívicos, en su mayor parte, amos de perros que campan a sus anchas en zonas donde juegan los niños. Por ello, la asociación de vecinos y comerciantes ha hecho llegar al distrito de Gràcia un informe detallado sobre sus propuestas y quejas, así como reclaman equipamientos para dinamizarla.

Desde el distrito, el concejal Guillem Espriu defiende las mejoras puntuales que se han llevado a cabo en el lado sur, el más criticado, y recuerda que este espacio no está acabado porque está supeditado a la finalización de las obras de la línea 9 del metro, o sea, al menos hasta dentro de unos cuatro años. En ese sentido, subraya la vida que ha dado a la zona la biblioteca Jaume Fuster, junto a la que hay un área de juegos infantiles muy visitada, equipamientos, ambos, de la parte norte de la plaza, la que no depende de los trabajos del suburbano.

ADOQUINES LEVANTADOS / No obstante, en un paseo con el presidente de la entidad, Josep Maria Flotats, que es interrumpido en varias ocasiones por vecinos que se acercan a animarle a seguir reivindicando un espacio digno, el líder vecinal muestra las principales quejas. Entre ellas, señala alcorques vacíos donde antes había árboles que han muerto, adoquines que se han levantado o desaparecido junto a los contenedores de basura, perros que pasean sin atar por una hierba muy deteriorada o incluso ya ausente, donde se supone un espacio para las personas y, con especial ahínco, insiste en los escalones y desniveles «traidores».

ANFITEATRO POLÉMICO / Y es que las caídas o tropiezos, cuentan, están a la orden del día. Prueba de ello, dice, la tiene Mireia Bargalló, vicepresidenta de la asociación de vecinos y comerciantes y dueña de la farmacia del número 11 de la plaza. «No es raro que entren personas mayores que han sufrido torceduras, sobre todo debido a los adoquines. Ha habido incluso un caso de rotura de fémur», señala. Espriu, por su parte, subraya que desde su estreno la plaza ha incorporado señalización donde había escalones que podían provocar algún despiste y que se han instalado barandillas y pilonas para evitar el paso en zonas que pudieran presentar mayor conflicto. Para los portavoces de las protestas, estas actuaciones son insuficientes.

En opinión de Bargalló, el problema de la plaza ha sido siempre «el no haber pensado ni definido bien sus usos». «Te puede gustar o no, lo malo es que no se puede utilizar», opina, y pone como ejemplo el anfiteatro de la parte baja, que dispone de un pequeño escenario que se construyó «sin pensar qué se haría». Cuenta con los dedos de una mano las actividades que se han programado y señala que, por contra, se ha convertido en punto de encuentro nocturno de jóvenes incívicos y de personas con graves problemas de exclusión. Explica, además, que en Sant Joan la tarima del escenario fue utilizada para lanzar cohetes, lo que acabó provocando un buen agujero en la madera, que todavía no se ha reparado. La vicepresidenta de la asociación también se queja de la luz de la plaza: «Es muy oscura, las farolas se concibieron para iluminar las piedras y no el lugar».

Tras las protestas, las peticiones. La asociación ha reclamado al concejal de Gràcia la construcción de un espacio de juegos infantiles de 200 metros cuadrados delante de las pistas de petanca (en la zona sur), construir en esa mismo área una pérgola sobre el escenario del anfiteatro para conseguir sombra en verano. Tampoco renuncian a pedir un replanteamiento de la pendiente de la plaza una vez acabadas las obras de la línea 9 y a la instalación de una zona para perros. «Queremos que se convierta en una auténtica plaza, un centro de comercio, cultura y vida social», señalan, y reclaman que se convierta en un nexo de unión entre los tres barrios del norte, La Salut, Vallcarca-Penitents y el Coll, «zonas olvidadas que necesitan un fuerte impulso de desarrollo».

Espriu insiste en que la fisionomía del conjunto de la plaza de Lesseps no está cerrada y que está previsto llevar a cabo otras actuaciones, como la sustitución de los adoquines por asfaltado en la zona de recogida de basuras y más replantación, aunque también reconoce que falta dinamizar la parte inferior de la plaza.