"ES EL MEJOR GOL DE MI CARRERA"
Suárez, el taconazo nunca visto
Estaban los ordenadores midiendo la distancia del monumental pase de Ter Stegen a Griezmann en el 1-0. Andaba Vicente Moreno, el técnico del Mallorca, maldiciendo en privado el momento en que decidió, y sin quererlo, enfadar a Messi, cuya monumental respuesta futbolístico no puede dejar de impresionar por rutinaria que parezca. El 2-0 fue una obra de arte transformando un simple y preciso pase de Griezmann en una asistencia de gol. El 3-1, justo después del pique verbal con el técnico mallorquinista, fue uno de esos centenares de goles messiánicos que parecen fáciles de hacer. Fáciles cuando los ves. Imposibles para el resto de los mortales.
Fijado por las máquinas que el pase de Ter Stegen, que tuvo la valiosa ayuda de un recogepelotas para iniciar con rapidez la acción, fue de 50,1 metros. Desde el área pequeña a la zona de volante zurdo para que el francés iniciara un contragolpe soñado. Es la segunda asistencia del portero azulgrana, que lleva más, por ejemplo, que los madridistas Hazard, James o Isco o los rojiblancos, Saúl, Koke o Joao Félix.
Una diagonal digna de Koeman
La primera fue en Getafe. Anotó entonces Suárez. La segunda fue ayer en el Camp Nou cuando detectó en su radar la figura solitaria de Griezmann. Verlos es sencillo. Lo complejo es conectar con ellos. Y no existe un portero que tenga mejor pie que el alemán. Pareció Koeman en una de sus míticas diagonales que alumbraban el ataque del ‘Dream Team’ de Cruyff en la década de los 90.
Quería el '9' estar a la altura de tres hermosos goles y lo consiguió con una acción espectacular que desató la admiración del Camp Nou
Aún faltaban, sin embargo, los momentos Messi. Antes y después de que Vicente osara a pie de cal discutir con el dueño de los seis Balones de Oro. Parece mentira, pero lo realmente sobrenatural todavía no había ocurrido en el Camp Nou, a pesar de que había disfrutado de tres hermosos goles.
Hermosos porque estaban llenos de ingenio y precisión. Nada, sin embargo, comparable con la excelsa Capilla Sixtina futbolística que levantó Luis Suárez, rodeado como estaba en el área del Mallorca por cuatro defensas. Y, además, de espaldas a la portería.
Estaba De Jong tejiendo paredes al borde del área como si estuviera patinando sobre hielo en Ámsterdam, donde acudió esta pasada semana aprovechando sus días libres, cuando el uruguayo, que no había participado en la fiesta de Marc, Antoine y Leo, se inventó un taconazo nunca visto antes.
No es comparable, por ejemplo, al de Madjer, el delantero del Oporto, en la final de la Copa de Europa contra el Bayern en 1987. Aquel fue más delicado. El de Luis estuvo lleno de furia y violencia porque la pelota golpeó en el césped para superar a Reina, el meta del Mallorca, mientras el Camp Nou se echaba las manos a la cabeza. Vieron algo que no se había visto antes. O sea, un acontecimiento único.
"Busqué el bote porque sino era imposible que pasara el balón" (Luis Suárez)
"Sabía que tenía poco ángulo, era mi último recurso, darle fuerte y con bote para superar al arquero", ha comentado el delantero azulgrana. "Busqué el bote porque sino era imposible que pasara el balón". Y el balón, alegre y furtivo, pasó por donde solo Luis había imaginado. "Sí, es el mejor gol de mi carrera", sentenció. No le faltaba razón.
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