El circo de Messi

Cuesta de sostener que Messi ha abandonado la cúspide de su juego y ha iniciado algún tipo, aun vagamente perceptible, de declive. Habría que emplear un microscopio más que una lupa para defender semejante tesis. En el día que mostró al Camp Nou el sexto balón de oro, el argentino se acomodó allá arriba, desde donde mira hacia abajo a todos los demás, para dibujar tres goles que ratificaron su preeminencia indiscutible en la historia del fútbol y encarrilaron un triunfo sobre el Mallorca conseguido por una vía la mar de lúdica y festiva (5-2).  

Una especie de hipocondría se ha apoderado de la masa azulgrana, que no es nueva, pero que se ha manifestado otra vez tras la verbalización por parte del argentino de la palabra maldita, la de la retirada. El barcelonismo teme todas las enfermedades que le van a sobrevenir en el futuro, como Greta Thunberg al cambio climático, un desastre total para el que no hay remedio. El de Messi, no el otro (en principio).

Ganas de jugar

Messi, con sus goles, con su participación activa, vino a decir al Estadi que son tiempos para seguir disfrutando de su circo, en el que se ven unas acrobacias inimitables. Que no cabe proyectar nostalgias venideras, que ya llegará eso, pero no será mañana, como dijo Ernesto Valverde en la rueda de prensa previa, porque aún tiene ganas de jugar y de resolver citas trascendentales por Europa y menos glamourosas en la Liga, como la del Mallorca.

El mejor del mundo se sintió arropado ayer por sus compañeros de reparto de 'Matchday'. Estimulados seguramente por la victoria en el Wanda de la semana pasada, entre todos desplegaron una función divertidísima, de las que no han abundado esta temporada, premiando a los espectadores que no fallaron por el puente. Una función con liderato reafirmado y cargada de detalles sugerentes.

Como la brillante asistencia de Ter Stegen en el gol inaugural de Griezmann, muy pulcro en el remate. Como las penetraciones del crecido Sergi Roberto. Como el increíble taconazo de Suárez, uno de los más inverosímiles que se recuerdan. Como todo lo que hace Messi, en particular sus dos primeros goles, poderosos y apabullantes. La alegría se contagió por todo el equipo, como una risa irreprimible. 

Aun enfrentándose a un Mallorca que se presentó al circo con dientes de gato más que con colmillos de león, menos temible de lo que aparentan los dos tantos, el equipo azulgrana recuperó un juego combinativo fluido, con ayudas constantes, sintiéndose a gusto consigo mismo. Los dos tantos recibidos, la única circunstancia para torcer el gesto.  

Rakitic, titular otra vez

En medio, conviene subrayar la nueva presencia de Rakitic, que encadenó tres titularidades consecutivas. Como si Valverde hubiera aceptado, después de un sinfín de combinaciones en el medio campo, que la compañía marcha mejor con la partitura del pasado que pretendía dejar atrás. El croata parece ser el pegamento que necesitaba el equipo.

Malas noticias para Arturo Vidal de cara al mercado de invierno. Ya no está tan claro quién de los dos deberá empaquetar sus cosas y dejar el circo de Messi, un sitio en el que se ven números fabulosos y hat tricks de forma rutinaria. Messi constató que aún tiene futuro. Que vayan en París preparando el séptimo.