Viacrucis habitacional

Unos 30 migrantes han encadenado ‘desokupaciones’ en Badalona desde la tragedia mortal del Gorg

El lunes fueron objeto de un segundo desalojo tras sobrevivir al incendio de una nave donde murieron cuatro personas

Desalojados unos 30 migrantes de una nave 'okupada' en Badalona tras 48 horas de la investidura de Albiol

Badalona 21/06/2023 Fotografias de las ruinas (y del entorno) resultantes de la demolición de una vivienda de la Av. d'Alfons XIII, 39 de Badalona en la que vivían una treintena de migrantes que provenían de las naves previamente desalojadas del Gorg y del Progrés Foto de Ferran Nadeu

Badalona 21/06/2023 Fotografias de las ruinas (y del entorno) resultantes de la demolición de una vivienda de la Av. d'Alfons XIII, 39 de Badalona en la que vivían una treintena de migrantes que provenían de las naves previamente desalojadas del Gorg y del Progrés Foto de Ferran Nadeu / FERRAN NADEU

Gerardo Santos

Gerardo Santos

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La treintena de migrantes subsaharianos desalojados este lunes de una antigua nave en la avenida Alfons XIII de Badalona viven un viacrucis habitacional desde hace tres años.

De aquellos barros, estos lodos. Según explican a este diario desde la entidad Badalona Acull, y confirman fuentes del Gobierno municipal, "un grupo residual" del alrededor de 200 ocupantes de la nave del Gorg ―que se incendió en 2020 y acabó con la vida de cuatro personas, fueron a parar a la nave de la avenida Alfons XIII, en el barrio de Progrés, desalojada este lunes.

Un incendio y dos desalojos

La historia de los ocupantes de la nave del Gorg, situada en la calle Guifré, tuvo otro capítulo intermedio. Después del trágico incendio, el gobierno municipal ordenó la demolición de la finca, y muchos de los que sobrevivieron a las llamas, migrantes subsaharianos en su mayoría, acabaron ocupando otra nave próxima, en la calle del Progrés. Su estancia en esta segunda nave finalizó, de manera abrupta, en enero de 2022, con un desalojo policial masivo.

En aquella ocasión, fueron un centenar de personas las que se quedaron en la calle, en pleno invierno y denunciando el abandono de su situación: "Todo el mundo mira hacia otro lado y nosotros somos personas", declaraban entonces los migrantes. La diáspora de los sintecho prosiguió, y los que se quedaron en Badalona se refugiaron en otros recintos fabriles abandonados, como los de las calles Antoni Bori y Alfons XIII.

Este último, el de la avenida Alfons XIII, ya es historia. Tras dos órdenes de desalojo anuladas, la entidad Badalona Acull recibió un nuevo aviso de desalojo, datada para el día siguiente, lunes 19. "En Alfons XIII pernoctaba una población flotante de unas 40 personas, en los momentos de más afluencia. Este lunes quedaban unos 25". El desalojo fue articulado por orden judicial y ejecutado por los Mossos d'Esquadra. Según confirmaron desde la policía catalana a EL PERIÓDICO, hubo resistencia activa por parte de los afectados, aunque no se produjeron detenciones.

El viento tira al suelo la vaya que cierra el perímetro y deja a la vista los escombros.

El viento tira al suelo la valla que cierra el perímetro y deja a la vista los escombros. / FERRAN NADEU

A los desalojados no se les ha ofrecido sitio alguno para dormir. "La prioridad de este gobierno es velar por el bienestar de los vecinos y no de las personas conflictivas", responden fuentes municipales cuando se les pregunta si los servicios sociales municipales se están cuidando de esa treintena de personas. La noche del lunes la pasaron al raso, en la cercana plaza de Carrasco i Formiguera.

No permanecieron mucho ahí. Hacia el mediodía del martes, la Guàrdia Urbana los echó de la plaza. Desde Badalona Acull apuntan que algunos se han desplazado a otra nave ocupada de la ciudad, en la calle Antoni Bori. Fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO indican que, "aunque es probable", no pueden confirmarlo ya que no se ha producido ninguna búsqueda. Sin embargo, explican que en la mañana del miércoles "se identificó a una decena de personas que estaban pernoctando en la playa". Que estas personas han dormido ahí lo confirma Ferran Moreno, miembro de la entidad Badalona Acull: "Yo mismo los he ido a ver, personalmente".

Infravivienda y resignación

Tras la intervención de los Mossos d'Esquadra, la antigua nave quedó desierta. Horas después del desalojo, el edificio se demolió para evitar una nueva ocupación. La estructura de la edificación, apunta Ferran Moreno, "estaba muy comprometida, no funcionaba ni la fosa séptica". Una valla que no aguanta en pie las rachas de viento cierra ahora el perímetro del lugar. Cuando se mantiene en pie, se puede leer en ella que la seguridad del recinto corre a cargo de Securitas Direct. De todas maneras, aquel que quisiera entrar solamente encontrará escombros, ruinas y algunos enseres básicos. Adentro, apenas el cartel de un festival musical denota una mínima intención decorativa por parte de los antiguos moradores.

Vista del interior de la antigua nave, ahora reducida a escombros

Vista del interior de la antigua nave, ahora reducida a escombros / FERRAN NADEU

Aún la premura del aviso de desalojo, que llegó de un día para otro, en la nave ocupada sabían que el desalojo llegaría más temprano que tarde: "No podíamos hacer nada más, la situación allá dentro se había degradado mucho", admite Moreno. Los migrantes "ya no reaccionaban para pedir ayuda, ni para acudir a los servicios sociales, tampoco pidieron el informe de vulnerabilidad. Se trata de personas que en su momento deberían haber empezado a recibir ayuda psicológica, muchos de ellos están en una fase muy dura de resignación y frustración, que lleva al abandono", sostiene Moreno.

Molestias en el barrio

"Las personas que vivían en esta nave son conflictivas y hacía mucho de tiempos que amargaban a los vecinos", insisten fuentes del Ayuntamiento de Badalona. Carlos y Ángeles viven en unos bajos, justo enfrente de la antigua nave desalojada: "Nosotros tenemos buena relación con ellos, yo mismo les he ayudado con la chatarra, un día les traje kilos y kilos. Son buena gente, pero es verdad que causaban molestias", recuerda Carlos. "Últimamente, la cosa iba a peor. Bebían mucho, mucho, y hacían mucho escándalo por las noches ―añade Ángeles―. Es una pena, Dios sabe lo que han tenido que pasar para llegar aquí".

Ambos vecinos refieren fuertes peleas, que siempre empezaban dentro de la nave, pero que acababan en la calle a altas horas de la madrugada. En ocasiones, la peor parte se la llevaba el mobiliario de un bar muy cercano: "Se sentaban en las mesas de la terraza con latas de cerveza, la liaban y acababan a las manos, tirando las mesas y las sillas. A la pobre chica del bar la tenían frita", asegura esta vecina. Aunque este diario procuró confirmar este extremo con los regentes del bar, éstos adujeron no entender el idioma.

Más noticias de Badalona en la edición local de EL PERIÓDICO Badalona.

Suscríbete para seguir leyendo