JAMAICA

Yellowman defiende su trono de anómalo pionero del dancehall

Yellowman, el artista jamaicano albino, en una imagen promocional.

Yellowman, el artista jamaicano albino, en una imagen promocional.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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Ser albino en Jamaica es una doble condena. El sol te hace la vida imposible y la gente te considera poco menos que un apestado social. Pero siempre hay excepciones. Winston Foster convirtió su hándicap en el principal aliciente de su vida articulando su carrera en torno al color de su piel. Adoptó el apodo Yellowman (hombre amarillo) y se construyó un personaje descarado y seductor que dejaba al público boquiabierto o muerto de risa. A sus 53 años, medio ciego y desfigurado por una operación de mandíbula, Yellowman sigue defendiendo su condición de insólito pionero del dancehall.

Yellowman se crió en orfanatos, pero el día que agarró un micrófono no lo usó para propagar los versos de hermandad, respeto y unidad propios del reggae, sino para anunciar su condición de máquina sexual deseada por todas las hembras. Y el contraste entre su mermado físico y su desaforada chulería era tan delirante que pronto se convirtió en el novato más reclamado del país. En su blanquísima cabeza, el reggae se estaba transformando en dancehall. Las canciones dejaban de transmitir mensajes sociales o espirituales para, sencillamente, entretener al personal. Y en ese terreno Yellowman iba a ser un bicho imbatible.

A principio de los años 80, con Bob Marley recién enterrado, Yellow-

man dio un volantazo definitivo a la música jamaicana introduciendo un lenguaje sucio, violento y sexista. Lo hacía sin la más mínima conciencia de lo políticamente correcto y con la principal intención de divertir al público. Improvisaba rimas tirando de las burlas e insultos que seguramente había recibido de niño. Y su actitud será un referente clave para la generación de Beenie Man, Buju Banton, Sizzla y Capleton.

Su imaginación como rimador era tal que no sólo fue el primer artista de dancehall en fichar por un sello extranjero y disfrutar del éxito internacional, sino que también fue el primero en publicar un disco en vivo grabado en un sound system y generar un mercado negro de grabaciones piratas de sus conciertos. Y es que llegó un punto en que solo con abrir la boca el público ya le aplaudía. Zungguzungguguzungguzeng, uno de sus títulos más celebrados, demuestra que a veces la letra de una canción es lo de menos.

AMARILLO COMO EL QUESO / «Ya sabes que Yellowman es romántico, ya sabes que Yellowman es fantástico, ya sabes que Yellowman es dinámico y perfectamente dotado. Soy amarillo como el queso y puedes tenerme como y cuando quieras», cantaba en Yellow like cheese, canción que daba título a un disco en cuya portada aparecía dentro de una caja de quesitos. Eso es sobreponerse a los obstáculos riéndose de un mismo. Pero aún más hilarante era verlo actuar con su chándal amarillo chillón.

Su frágil salud ha hecho temer a menudo por su vida y cuesta creer que conserve hoy la intensidad y lucidez de sus buenos tiempos. De hecho, sus discos son cada vez más esporádicos, pero nadie le quita lo bailao. Es un artista fundamental e irrepetible de la música jamaicana.

King Yellowman & the Sagittarious Band

Bikini • Viernes 27 • 21.30 horas • 22 €