quiero-ser-negro

periodico

Un hombre muy bajito -puede que sea un enano, pero no estoy del todo seguro- atraviesa Barcelona al volante de un utilitario hecho polvo al que ha bautizado como Jordan, aunque las noches en que sale de marcha, le cambia el nombre por el de O. J. Simpson. Ese hombre no es negro, pero le gustaría serlo. Sabe que es imposible, pero le hace ilusión, por lo menos, imitar la actitud de los personajes que vio en todas las películas que se tragó de pequeño entre operaciones quirúrgicas y una larga permanencia en silla de ruedas. Dice que, para completar la mutación, solo le falta un reloj Casio dorado, y que cuando lo consiga ya será prácticamente negro.