LOS RIESGOS DEL almacén subterráneo FRENTE A LAS COSTAS DEl delta del ebro

Los primeros seísmos percibidos en tierra disparan el 'no' al Castor

SÍLVIA BERBÍS
VINARÒS

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El rechazo popular al almacén de gas Castor va acelerándose al ritmo de la actividad sísmica registrada en el entorno de este viejo yacimiento petrolífero situado frente a la costa del delta del Ebro. Tras unos 300 microseísmos este mes, y después de la primera noche en que los vecinos de las poblaciones próximas a la costa pudieron percibir con claridad al menos uno de los hasta cinco terremotos notables (de los 22 registrados), entre ellos uno de magnitud 3,9 en la escala de Richter, el mayor en 83 años en esta zona, la animadversión se ha acrecentado. Algunos ayuntamientos piden el cierre fulminante del proyecto Castor, una gigantesca infraestructura de 1.300 millones de euros, y la misma petición la repitieron los ciudadanos que participaron anoche en una concentración frente al Ayuntamiento de Vinaròs (Castellón).

La red de sismógrafos controlada por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) detectó «22 microseísmos, de los cuales cinco fueron sentidos por la población», tal como apuntó su director, Emilio Carreño. El más importante, que llegó a las 4.21 horas de la madrugada, superó en tres décimas el hasta ahora mayor de la serie, que se registró el 24 de septiembre con una magnitud 3,6 en la escala de Richter. «Esa diferencia equivale a una potencia tres veces mayor», señaló ayer Carme Olivera, responsable de la unidad de la red sísmica del Institut Geològic de Catalunya (IGC).

Se trata del mayor temblor detectados en esa zona de la costa por el Observatori de l'Ebre desde la década de 1930, aunque en aquella época los terremotos se medían en función de la intensidad y no de la magnitud, es decir, de los efectos en superficie. El 16 de diciembre de 1930 se alcanzó una intensidad 4 con epicentro próximo a la costa en Alcanar de Xivert. Dos años más tarde se superó esta intensidad hasta una escala de 5, en Tortosa. En todos esos casos se habla de actividad natural. El de ayer se clasificó como de intensidad 3 en tierra, teniendo en cuenta que el epicentro se situó unos 20 kilómetros mar adentro.

SUBIENDO DE TONO / La oposición ha subido de tono al tiempo que la agitación geológica bajo el mar ha ido creciendo, coincidiendo con la tercera inyección de gas, que entra en la roca porosa desplazando el agua que hay en las cavidades que antiguamente guardaban petróleo ya agotado. Aunque esa inyección acabó el día 16, la convulsión ha ido a más, al igual que la preocupación. Ayer, las sensaciones percibidas durante la noche anterior fueron tema de conversación en poblaciones como Alcanar y Sant Carles de la Ràpita, pero también entre vecinos de Ulldecona o Amposta, más al interior, que habían podido notar «temblores» y «vibraciones», según explicaban algunos testigos.

La empresa, que tras los primeros microseísmos de la serie comunicó que esa actividad estaba prevista debido a experiencias similares fuera de España, recuerda ahora que en la zona existe una actividad sísmica natural histórica, por lo que no descarta que el episodio actual no esté completamente vinculado a la inyección de gas, que acabó el pasado 16 de septiembre. Sin embargo, no parece una explicación demasiado plausible, teniendo en cuenta que las series históricas registradas tanto por el IGC como por el IGN correspondientes a los últimos años apenas contabilizan un par de microseísmos cada año. «La sismología natural de la zona presenta muy poca actividad», señala Carreño. La tendencia se ha disparado exponencialmente este mes.

«Una hipótesis plausible es que al inyectar gas se haya perturbado el estado de las tensiones en la estructura y ello genere actividad sísmica», sostiene Olivera. Ambos técnicos no descartan que continuar con la inyección gasista «pueda producirse más actividad, o incluso podría incrementarse la posibilidad de activar pequeñas fallas que hay en la zona, pero hay que ser prudentes porque no existen las certezas».