Fèlix: "Cuando vives en la calle aprendes a dormir con un ojo siempre abierto"

Un vecino de Sabadell se convierte en el primer sintecho de la ciudad que se reinserta gracias a Cruz Roja

Fèlix y Míriam Donate en Cruz Roja de Sabadell.

Fèlix y Míriam Donate en Cruz Roja de Sabadell. / periodico

ACN / SABADELL

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Si hay luz al final del túnel es una pregunta que se hacen muchos sin techo. La situación de marginación social en la que se encuentran muchas personas que viven en estas condiciones, a veces temporal y a veces más enquistadas, sumadas a los problemas burocráticos para compaginar las pocas ayudas que reciben con un trabajo temporal, que hace que tengan muchas dificultades para pasar página y encontrar un nuevo puesto en el mercado de trabajo.

Desde hace años, Cruz Roja impulsa varios proyectos para ayudar a los que se encuentran en estas circunstanciasFèlix, un sabadellense de 53 años que ha vivido un año en la calle, se ha convertido en el primer sintecho que la entidad consigue reinsertar con éxito en esta ciudad. No únicamente ha levantado la cabeza: ha encontrado trabajo, piso y pareja.

Felix lo tenía todo, estaba casado, con un hijo y vivía en un dúplex de 120 metros cuadrados en Santa Perpètua de Mogoda, con piscina, parking y trastero. Las cosas iban bien en casa, había cotizado en la Seguridad Social durante 29 años y trabajaba en una empresa de artes gráficas.

Pero de pronto todo se torció. Su mujer lo dejó, la empresa hizo un Expediente de Regulación de Empleo y se vio obligado a irse a vivir de alquiler. “Como le pasó a mucha gente, se me empezaron a acumular las deudas, no podía hacer frente a la hipoteca de 900 euros y teníamos muchos préstamos en tarjetas”, explica Fèlix en una entrevista a la ACN.

La compañía dejó de pagarle durante dos meses, tiempo suficiente como para que el arrendador lo denunciara y el juez decidiera echarlo del piso. De allí se trasladó a un inmueble de Badalona, después a una habitación realquilada en Barcelona, de donde tuvo que irse “por las graves humedades que había”, y finalmente volvió a Sabadell. Los subsidios se le acabaron y se vio incapaz de afrontar los 180 euros mensuales que le costaba el dormitorio.

VIVIR EN LA CALLE

Finalmente, en 2016, acabó viviendo en la calle. “Siempre había visto mucha gente que vivía en la calle, como lo hacía yo entonces, y siempre había pensado que eso no me podía pasar a mí”, confiesa el usuario de Cruz Roja, que afirma que cuando se encontró en esta situación intentó mantener “la cabeza fría” y siempre tuvo claro que no quería quedarse encallado. “Veía a otras personas y pensaba que no quería llegar a aquel extremo, que me tenía que mover”, añade.

Asegura que dio vueltas por diferentes puntos del municipio y que pasó un tiempo en la sala de espera de Urgencias del Hospital Parc Taulí y en la parte inferior de unas escaleras del pabellón deportivo de la zona sur de Sabadell. “Cuando vives en la calle aprendes a dormir con un ojo siempre abierto”, reconoce Fèlix, que explica que aprendió a dejar el miedo a parte para poder “sobrevivir”.

Al no estar empadronado en la ciudad, Servicios Sociales frenó su acceso a determinadas ayudas, todo por temas burocráticos, por lo que recurrió a entidades como Cáritas y Cruz Roja. Allí tenían servicio de ducha, ropero y también de comedor, y fue el primer paso para empezar a reflotar. “Cruz Roja me ofreció primero un curso de manipulador de carretas y después hice otro de vendedor expendedor para gasolineras y hace un mes que empecé a trabajar”, relata Fèlix.

Paralelamente, Cáritas lo ayudó a encontrar un sitio donde dormir, actualmente comparte piso con un joven de origen africano que hace 20 años que llegó a Catalunya. “El primer día volviendo a dormir bajo un techo fue muy emocionante”, reconoce el sabadellense que afirma que a pesar de pasarlo muy mal, intentó mantenerse sereno y no caer en ningún tipo de adicción. “Te encuentras con muchas cosas cuando vives en la calle, yo he preferido aprender y quedarme con las buenas”, indica.

“Mi consejo es que la gente que se encuentre en esta situación siga adelante, picando puertas, porque hay salida para todo, que no se acostumbren a aquel sistema de vida, a cobrar las ayudas y puto”, señala. Ahora, Fèlix, con 53 años, espera estabilizarse. Tiene contrato hasta finales de diciembre en una gasolinera del Vallès Occidental y quiere irse a vivir con su nueva pareja, a quien conoció cuando dormía en la calle. “Todo el mundo se puede valer por sí mismo. Yo lo he conseguido”, afirma.

RIESGO DE ENQUISTAMIENTO

Míriam Donate, técnica de Ocupación del grupo de mayores de 45 años de Cruz Roja, asegura que l caso de Fèlix es muy relevante porque es la primera vez que la entidad sabadellense consigue que una persona con este perfil se interese por los programas formativos que ofrece la entidad y acabe reinsertándose en el mercado de trabajo y en la sociedad con tanto éxito.

“Hemos atendido otros, pero no han acabado saliendo porque cuando empiezan a cobrar alguna especie de ayuda y tienen cierta estabilidad, ya no vuelven”, comenta Donate, que asegura que lo más importante es conseguir que los usuarios “quieran trabajar” y pasar página para “salir de la situación en la que están”.

En esta línea, remarca que las ayudas económicas o alimentarias que reciben las personas que se encuentran en riesgo de exclusión son fáciles de perder. “Nos hemos encontrado con personas a quien por trabajar un mes les retiran estas prestaciones y después tienen muchos problemas para volverlas a obtener”, comenta la técnica de Ocupación, que asegura que estos aspectos burocráticos son un inconveniente para las personas que quieren salir adelante.

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