Muere el fiscal general del Estado, José Manuel Maza

Ángeles Vázquez / Júlia Regué

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“Ha muerto el fiscal más independiente que ha asistido en España”. Con estas palabras trasladaba un fiscal su sentimiento al conocerse el sorpresivo fallecimiento del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, este sábado en Buenos Aires. Llevaba toda la semana allí para participar en la asamblea general de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos.

La AIAMP tuiteaba este viernes una fotografía suya con la fiscal general panameña con la que resulta aún más difícil de creer lo que ha pasado. Pero la procesión debía ir por dentro y, pese a ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital bonaerense, la infección que le sorprendió tan lejos de su casa de Segovia pudo con él.

También por Twitter, a través del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y del ministro de Justicia, Rafael Catalá, llegaba la noticia del fallecimiento elogiando su dedicación al puesto al que le auparon no hace un año, porque no tomó posesión hasta el día 29. Enseguida se sucedieron las condolencias de la Casa Real, el Constitucional, los partidos, las asociaciones fiscales…

Un año de ‘procés’

El Ejecutivo destaca el reconocimiento que Maza merece “por su entrega en los últimos momentos de dificultad que nuestro país ha vivido en los últimos tiempos y que están en la mente de todos”. Y es que su última aparición pública fue el 30 de octubre cuando informó de las dos querellas que presentó por rebelión, sedición y malversación contra el Govern y los miembros soberanistas de la Mesa del Parlament. 

Se había estrenado en el cargo cuando aún parecía imposible una declaración unilateral de independencia en Catalunya. Y lo ha dejado con ocho miembros del Govern destituido en prisión y los miembros soberanistas de la Mesa del Parlament, en libertad con fianza.

La fiscalía había solicitado ya a la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela prisión para los presidentes de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural, pese a los mensajes que desde el Gobierno y el PSOE se le hacían llegar para que lo evitara. Y volvió a hacerlo cuando le llegó el turno al Govern y a la Mesa, aunque, como esta rectificó, no entendió necesario recurrir la libertad.

Perfil muy conservador e independiente

Muy conservador, si algo se puede decir de Maza es que era íntegro e independiente; si creía que un delito penado con 30 años debe suponer prisión incondicional, la pedía, aunque no fuera lo más conveniente. Venía de haber sido magistrado durante 14 años de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Y sabía que cuando dejara de ser fiscal general volvería allí.

Si los que le nombraron pensaron que no iba a ser así, debieron repasar sus sentencias o los votos particulares con los que mostró su discrepancia en el alto tribunal. Firmó uno contra la absolución del juez Baltasar Garzón por los crímenes del franquismo, al entender que debía ser condenado por prevaricación dolosa, al poner el procedimiento "al servicio de sus propias intenciones subjetivas contra personas ya fallecidas y por delitos que habían sido objeto de amnistía o en todo caso se encontraban claramente prescritos". Pero también fue él quien rechazó la querella que se interpuso contra la hija del expresidente andaluz Manuel Chaves o el ponente de la resolución que rechazó una de las querellas contra Podemos por financiación ilegal.

También se opuso a la doctrina Botín, acordada finalmente por la Sala Segunda, al entender que contradecía la doctrina hasta entonces del Supremo. Y volvió a discrepar cuando quiso admitir a trámite una querella contra el también recientemente fallecido Carlos Dívar, entonces presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Reprobado por el Congreso

Con un currículum semejante no es de extrañar que en menos de un año también tuviera que enfrentarse a una reprobación del Congreso de los Diputados, junto al ministro de Justicia, Rafael Catalá, por su decisión de que la fiscalía no acusara al entonces presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, en el ‘caso Púnica’, donde acabó siendo imputado, y por el nombramiento de Manuel Moix al frente de Anticorrupción.

Maza era una persona de buen talante, con sentido del humor, que solía mostrar su aprecio por su interlocutor con “un querido amigo”. Quizá por eso solo quien le conocía podía entrever cómo se tomaba la vida en el comentario que hizo de "que no le generaba incomodidad” la reprobación.

Ello probablemente también intervino en la cerrada defensa que hizo de Moix, en la rueda de prensa en la que anunciaba su dimisión como fiscal jefe de Anticorrupción tras conocerse que poseía el 25% de una sociedad radicada en Panamá.