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Las 7 magníficas

RISTO MEJIDE

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Todos vendemos. Todos compramos. Si te crees que la única venta es aquella en la que se produce desembolso económico, ya puedes ir cambiando de opinión. Ligar es vender. Liderar es vender. Llevar al grupo de amigos al restaurante que más te gusta es vender. Emocionar es vender. Educar es vender. Convencer a tu hija para que se acabe el pollo es vender. Trabajar es vender. Hacer una buena presentación delante del jefe es vender.

Por eso es bueno de tanto en tanto revisar las herramientas para prometer felicidad que cada uno lleva en el zurrón. Por eso es bueno de tanto en tanto pasarse por la ferretería emocional y preguntar qué es lo que más funciona, lo que más se lleva, lo que más te va.

Son las 7 magníficas. Las 7 palabras que según recientes estudios de neuromarketing y psicología del comportamiento alteran nuestro subconsciente y aumentan considerablemente nuestro impulso de compra. Las 7 palabras que sí o sí debes pronunciar si quieres triunfar.

La primera palabra es Tú. Apelar a quien te escucha. Convertirle en protagonista. Estamos tan ninguneados que cuando alguien nos llama directamente nos creemos especiales. Estamos tan hartos de ser figuración que seguimos a quien nos asciende en la escala social de esta economía de la atención. Estamos tan solos que estamos dispuestos a pagar por que alguien se fije en nosotros. Aunque ese alguien sólo quiera nuestro dinero, nuestro tiempo o nuestro voto.

Por eso no es de extrañar que la segunda palabra mágica sea Atención. Una vez logro que levantes la ceja, te exijo que inviertas el resto de tu esfuerzo en escucharme. Pon aquí todos tus sentidos, no te me despistes que lo que te voy a contar podría cambiarte la vida. No deja de ser otra mentira, sí, pero te harías cruces de la cantidad de gente que no consigue llamar la atención simplemente porque conocía su número pero jamás lo llegó a marcar.

Nuevo. La tercera gran palabra es Nuevo. La novedad es nuestra droga más dura. Somos yonkis de todo lo nuevo. Nos hacemos cada vez más viejos más rápido y tratamos de compensarlo rodeándonos continuamente de cosas que acaban de salir. Nos da escalofrío pensar que nos hayamos quedado atrás, porque sería dar la razón a la vida, que nos empuja a la cuneta de las cosas que ya se van. Último modelo. Avance revolucionario. Olvídese de lo que había. Compre una Agni y tire la vieja. Y verá qué bien le va.

La cuarta es Ya. Porque mañana vete tú a saber. La agilidad le ha ganado definitivamente la partida a la perfección. El golpe de suerte a la constancia. La inmediatez a la apuesta por el largo plazo. El pelotazo a la fuerza de voluntad. Una golosina ahora es mejor que dos golosinas después. Pájaro en mano que ciento volando. Quizás por eso sigamos rodeados de tanta chapuza. Quizás por eso cada vez sepamos menos sobre más cosas, y ya no salga a cuenta ni estudiar ni profundizar ni mucho menos teorizar.

La quinta es Cómo. Porque el qué ya sabemos todos cuál es. Ser feliz. Satisfacer tus necesidades. Hacerte la vida más cómoda. O más larga. O más intensa. O menos real. Hacer que algo de todo esto valga la pena. La magia está siempre en el cómo. Dios no está en los detalles, sino en el cómo. Si logras vestir tu mensaje de manual práctico para hacer lo que sea, has conseguido la mitad del éxito. La otra mitad consiste en que sea para hacer algo relevante, convencerle de que es de alto valor añadido para el que te ha de comprar.

La sexta palabra es Garantizado. Y si no quedas satisfecho, te devuelvo tu dinero. Quizás el mejor mensaje de marketing jamás lanzado, creado por el propietario de unos grandes almacenes en EEUU a principios de siglo pasado. Y ahí sigue, impertérrito ante el paso del tiempo y de las modas y de la verdad. Porque quien nos garantiza algo nos vende una vacuna contra el error. Nos crea la falsa ilusión de que al menos por una vez podremos hacer lo que jamás podemos hacer en la vida real: rectificar. Hacer un control Z. Que aquí no haya pasado nada. Tomamos tantas decisiones desacertadas que invertimos en aquellos que nos prometen acertar. Somos tan inseguros que pagamos al primero que nos fabrique una falsa seguridad.

Y por último, la gran Llave Allen de la felicidad: Gratis. Porque pretendemos que todo esto encima nos salga a coste cero. Es la palabra definitiva, pues nos dice que nada de todo esto nos dolerá. Cuando en la vida todo cuesta, en este simulacro de progreso tranquilos que no perderemos nada. Ni el tiempo, ni el dinero ni siquiera la dignidad.

Así son las 7 palabras 7 a las que respondemos cual perrito faldero de Pávlov.

Así funciona, ha funcionado siempre y de hecho sigue funcionando nuestra psique en el trabajo, en la política, en la economía, en el mercado y lo que es más peligroso, en el amor.