Parvularios en el salón

Una guardería de iniciativa social de L'Hospitalet, el pasado julio.

Una guardería de iniciativa social de L'Hospitalet, el pasado julio.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Dicen los psicólogos infantiles que la personalidad de los seres humanos se forja durante los primeros tres años de vida. Llevar o no a los niños a una guardería es una opción personal, familiar; pero en ningún caso es una decisión baladí. En los últimos tiempos se está abriendo paso una nueva figura educativa que se desarrolla al margen del sistema ortodoxo y que viene a ampliar la oferta formativa existente: las madres de día. En Europa no requieren presentación porque se trata de un servicio casi tan conocido como el parvulario de siempre, pero en España todavía mantienen la categoría de anécdota. Mujeres con titulación convierten su casa en una guardería a muy pequeña escala. Suelen acoger a un máximo de cuatro niños, una ratio que tiene el objetivo de garantizar una atmósfera relajada en la que el pequeño se desarrolle a su ritmo, sin estrés, sin prisas ni excesivas obligaciones.

Al neófito puede sonarle a iniciativa hippie, a moda pasajera de madres que se sienten culpables. Ni mucho menos. Es cierto que se trata de una iniciativa alegal, que en España solo dispone de una normativa, la elaborada por el Gobierno de Navarra en el 2006. También el País Vasco en el 2011 puso en marcha un programa de nidos familiares para el cuidado infantil, pero con el cambio de gobierno, en el 2013, no se le dio continuidad. En el resto, incluida Catalunya, un páramo legal, un vacío que ellas llenan con un manual propio que garantice tanto la calidad como la seguridad de su labor. Para poder trabajar, aunque hay un reducido grupo que opta por la economía sumergida, se dan de alta como autónomas bajo el epígrafe de empleada del hogar, tarea que merece todos los respetos pero que poco tiene que ver con su cometido. Todas han realizado estudios -pedagogía, educación infantil, cursos de primeros auxilios...-, así que no se trata de un simple canguro por horas, de un decorar la casa con dibujitos y distraer como sea a los renacuajos.

Inés Gámez lleva ocho años reclamando una regulación para que las madres de día abandonen el ostracismo legal. Ella importó a Madrid el modelo de Alemania, donde lo aplicó durante tres años. "Allí cada estado -las autonomías, en el caso español- dispone de normativa propia y además las madres de día están financiadas. En Reino Unido, Francia o Suiza también está muy extendido. Aquí ha habido algo de interés, pero nunca se ha acabado de concretar nada". No es dinero lo que piden. Una portavoz de Haur-Kabi, la asociación vasca que en su momento contó con respaldo institucional, lamenta que no se valore su papel como educadoras. "Existe un boicot que nace de la ignorancia, pero la verdad es que cada vez somos más y que en ningún caso somos competencia de nada ni de nadie".

Es imposible realizar un censo de madres de día en España o en Catalunya porque no existe registro oficial. Internet es la única vía para hacerse a la idea de la dimensión de la cosa. Ahí puede encontrarse la Red de Madres de Día, con sede en Madrid, o la asociación catalana Llars de Criança, entre muchas otras. En total, serán cerca de 250 las mujeres que han transformado su casa en un jardín de infancia. Y a esas hay que sumar las muchas que no se han unido a ningún colectivo y que sobreviven por el boca oreja o un blog personal en el que explican lo que hacen

Muy interesante

Las madres de día no aceptan más de cuatro niños por hogar porque de lo contrario les sería difícil reproducir el ambiente tranquilo que los pequeños tienen en casa. Si tienen menos de año y medio, lo habitual es que sean tres. Existe un horario, pero una de la cualidades es la flexibilidad a la hora de entregar y recoger a los hijos. También se permite que los padres entren y salgan cuando quieran de la casa, sobre todo en las semanas de adaptación.400 y los 500 euros al mesalta como autónoma seguro de accidentes.

 Dolors Gordi, secretaria de Família del Departament de Benestar Social, admite que la idea le gusta y que, casualidades de la vida, en estos últimos días ha estado leyendo un estudio sobre la experiencia en Francia y Reino Unido. Habla bien de las madres de día porque le resulta "muy interesante que las familias tengan diferentes opciones de cara a poder organizar su día a día". Pero también es realista en cuanto a las posibilidades de financiarlas. Duele pensar que el Gobierno de París paga casi el 85% de la cuota. "Puede que estas mujeres no pidan ayudas, pero las familias sí lo harán en el momento en el que la Generalitat las regule. Lo lógico sería dotar el sistema de un presupuesto que ahora no podemos dar".

El Govern tiene entre manos la reforma de la ley de Familia, que debería aprobarse en junio, a más tardar en septiembre, y Gordi valora incluir esta figura en el reglamento. Darle cuerpo jurídico, detalla, permitiría establecer unas normas de seguridad y de titulación mínima para poder ejercer, y facultaría a la Administración a inspeccionar cuantas madres de día considerara. "Ni lo descarto ni se puede decir que se vaya a hacer, pero el hecho de que no estemos impidiendo esta actividad ya dice mucho", apunta.

"Se está extendiendo y es alarmante que no haya normativa cuando hablamos de la educación de los niños", se queja Gámez. "Tenemos en nuestras manos lo más importante: la sociedad de mañana".