MIR, el juicio final

icoy37055247 biblioteca raval mir170127171417

icoy37055247 biblioteca raval mir170127171417 / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La cúpula del trueno: dos entran, uno sale. 6.328 plazas médicas de formación especializada para 13.439 candidatos. 225 preguntas (más 10 de reserva), con cuatro posibles respuestas (solo una es válida). Teoría: un minuto por pregunta y 60 minutos para repasar. ¿La verdad? El caos, la duda, el alboroto. Son 13.439 cerebritos, los mismos que hace 20 años, cuando eran niños, decidieron que querían ser médicos y lo primero que aprendieron es que deberían ser auténticos empollones, los mejores: en el bachillerato, en la prueba de acceso a la universidad, en la nota de corte, en la facultad y, al final, en el terrorífico examen del MIR. Dos entran, uno sale. Nadie acertó nunca más de 190 respuestas. El reto: intentar la mejor nota, tratar de estar lo más arriba posible de la tabla para poder escoger especialidad, centro y ser el mejor mileurista de los próximos cuatro años mientras te formas como auténtico especialista.

Markel, Carlota, Mireia y Jordi llevan 18 meses persiguiendo esa nota y soñando con el día después. Los últimos siete meses, desde junio, se los han pasado encerrados en la biblioteca de la Facultad de Filosofia, Geografia e Historia del Raval. Todos los días, todos, menos el domingo, su día de fiesta ("un día obligatorio de descanso, según te sugiere el tutor de la academia: ‘¡Ni tocar los libros!’"), haciendo el mismo horario del recinto, de 8.30 a 20.30 horas. "Y suerte -proclama Markel- que este año Navidad y Fin de Año han caído en domingo y los hemos podido celebrar".

DOCE AÑOS DE PREGUNTAS

Es el juicio final, la prueba que empiezas a preparar en una academia especializada donde "más que enseñarte Medicina, pues tú ya has terminado la carrera y llevas seis años acumulando conocimientos, eso sí, conocimientos teóricos, pues no has visto un enfermo, te enseñan a pasar el examen, a afrontar, con garantías de éxito, las 235 preguntas", señala Carlota. Te dan el 'libro gordo de Petete' ("las 2.760 preguntas que han hecho en los últimos 12 años y esas no las puedes fallar", apunta Mireia) y el manual de cada una de las diez o doce asignaturas sobre las que versan las cuestiones. "Y te dicen, porque lo saben, que, normalmente, hay un centenar que se repiten cada año", añade Roger.

Se trata de estudiar, memorizar, empollar y practicar. "Cada sábado hacíamos un simulacro, pero, ¡claro!, no es lo mismo que fuego real, solo es fuego amigo. Aún no te mata". "El problema", explica Markel, que ya tiene billete para escaparse a Australia el lunes, para evadirse, olvidarse de miles de horas de biblioteca, "es que el examen evoluciona como la medicina, como la vida. Y si antes creían vital la estadística, digestivo o traumatología, ahora pueden preguntarte sobre ética, deontología, práctica, vida cotidiana".

TRAMPAS

La pregunta, cuentan, que colapsó a muchos candidatos el año pasado fue: "¿Una paciente te envía una petición a tu Facebook para ser su amiga, qué haces?" La respuesta era: la rechazas, un médico no puede tener como amiga de Facebook a una paciente. "Pero ¿quién te enseña eso en la universidad? ¿Está esa respuesta en los libros? ¡No!", destaca Mireia. Y puede que, visto desde fuera, sea una pregunta irrelevante, "pero acertar o no una pregunta puede significarte, en la lista final, 100 puestos arriba o abajo, perder la posibilidad de hacer tu especialidad o escoger el hospital adecuado. ¡No es ninguna una tontería!". De ahí que las preguntas (o respuestas) que no están en los libros sean las más inquietantes.

Los cuatro, mínima representación de los 13.439 que se presentan este año al MIR, reconocen "tener la sensación de que nunca antes hemos sabido tanta medicina... teórica. ¡Jamás podré saber más! Pero es conocimiento para pasar un examen, no para practicar. Los últimos meses hemos aprendido a afrontar esta prueba tan salvaje, un método para saber por dónde empezar, cómo leer los enunciados, algunos de media página, descifrar las imágenes, las fotos (cada vez hay más) y decidir con frialdad, repasar, no venirte abajo si no ves la luz tres preguntas seguidas... ", dice Jordi.

Ellos, los 13.439, son pura disciplina. "Es imposible estar seis meses encerrado en la biblioteca, en la academia, en tu casa, solo o acompañado, estudiando, si no has decidido que debes superar este reto, sin noches, sin cenas, sin fiestas", dice Mireia. "No hay jefe que nos vigile, no tenemos contrato que nos obligue, estudias a saco, lo haces porque amas la medicina, porque quieres ser doctor, ¡porque necesitas la nota del MIR para cumplir tu sueño, es tu reto".

ADOCTRINAMIENTO

Markel defiende que el MIR "tiene mucho de adoctrinamiento. Es un examen puesto por médicos para médicos, de ahí que hayan aumentado las preguntas sobre praxis, comportamiento, como insinuándote ¡ojo, que para ser médico hay que saber más que medicina!, tu responsabilidad, como doctor, va más allá de tu diagnóstico o cura, debes ser un modelo". Todos ellos saben que esto es una lucha de cerebritos. "Si quieres hacer cirugía plástica, amigo, tienes que meterte entre los 200 primeros y eso es ¡locura americana!, el sueño imposible", explica Carlota.

Después de esas cinco horas de tortura, de 16.00 a 21.00 horas del sábado 28 de enero, ¡la libertad! "Aunque, si quieres -añade Markel-, aún tienes una posibilidad más de maltratarte, repasando en casa, ya de madrugada, el examen, pues tienes una copia para ti". Y, en casa, explican, esperas (eso, el que no está ya borracho de libertad) a que los profesores/especialistas de tu academia hagan el examen y lo cuelguen, ya de madrugada, en su web para que tú puedas contrastar tus respuestas. "Yo, ahora, te digo que no lo haré, ¡ni loco!, ¡me voy a emborrachar! Pero fijo que a las tres de la mañana del domingo me entrará el gusanillo y querré saber cuántas he cagado". O acertado.

MIR, el juicio final. La locura.