Gente corriente

Joan Damunt: "Es muy grato volar en el avión que yo mismo hice"

Comercial jubilado, un día compró los planos de un ultraligero y lo contruyó. Vuela en él cada fin de semana.

«Es muy grato volar en el avión que yo mismo hice»_MEDIA_1

«Es muy grato volar en el avión que yo mismo hice»_MEDIA_1

MAURICIO BERNAL

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-Un Kiebitz B9. Así se llama. Es un ultraligero réplica del Focke Wulf S-24, un entrenador de cazas de la primera guerra mundial.

-¿Y por qué el Kiebitz? ¿Por qué no otro?

-Porque un día lo vi volar, en Àger, en un campeonato de España de vuelo libre. De esto hace unos 12 años. Me gustó cómo volaba, iba con una suavidad tremenda, asombrosa.

-¿Y ya? ¿Decidió que quería uno?

-Decidí que quería hacerme uno. Me puse en contacto con Michael Platzer, un ingeniero aeronáutico alemán, y le compré los planos. ¿Sabe cuántas páginas tenían? ¡42! Cuando lo vi se me cayó el mundo al suelo.

-Dígame que es ingeniero, o algo así.

-Qué va. Antes de jubilarme trabajé de comercial. No sabía nada de fabricar un ultraligero, tuve que aprender sobre la marcha. Y luego hacer el curso de vuelo, naturalmente.

-No cualquiera construye un avión.

-No estoy de acuerdo. Yo creo que está al alcance de cualquiera que diga: «Voy a empezarlo y voy a acabarlo». Mi única experiencia previa eran las maquetas, y ni siquiera de aviones, sino de barcos, que son más fáciles.

-Pero... ¿Cualquiera? ¿De verdad?

-Cualquiera que esté decidido a llegar hasta el final.

-Habrá que tener una mínima habilidad.

-Bueno, hay que ser manitas, claro. Un chapuzas no puede hacer un avión, es obvio.

-Bien. Tiene los planos  en sus manos. ¿Y?

-Entonces empecé a buscar el material. Una parte la compré en una empresa de Badalona que ya no existe, y otra parte en Francia, en una empresa especializada. Luego contacté con Aviación Civil, que es un paso obligatorio cuando quieres construir un avión.

-¿Cómo es el trámite, exactamente?

-Bueno, es que esto no es voy, hago un avión y ¡ala! No. Has de hacer una instancia ante Aviación Civil, y si la aprueban te asignan a un ingeniero que supervisa el proceso. Esto no es un patinete, esto es un avión con el que vas a volar después. Te dan un número de construcción y miran que todo se haga bien.

-¿Dónde lo construyó?

-En Les Umbertes, que es un aeroclub de Moià. Las piezas pequeñas las hacíamos en casa, y las grandes en Les Umbertes, sábados y domingos durante tres años y medio. Fueron 4.000 horas de trabajo en total.

-¿Hacíamos?

-Mi mujer y yo. Lo hicimos los dos. Ella es mi copiloto, casi siempre volamos juntos.

-¿Cuánto le costó todo?

-En total, casi 40.000 euros. Lo más caro fue el motor, que me costó cerca de 16.000.

-¿Ahorros?

-Bueno, lo que pasa es que cuando trabajaba le pagaba mucho a Hacienda, y me devolvían mucho. Mi idea era pagar el avión con las devoluciones, pero sí, al final también tuve que echar mano de los ahorros.

-Cuénteme cómo fue el primer vuelo. ¿Rompió una botella contra el fuselaje?

-Ja, ja... No, en aviación no hay ritual. Sí lo he bautizado, Patufo, que es como le decía a mi hijo de pequeño, y a mi hija, que era la Patufa; y este avión es como un hijo para mí. Lo probó Jimmy Capell, que es un tipo que te hace volar un bate. Yo estaba muy nervioso ese día, pero fue la mar de bien.

-¿Con qué frecuencia lo usa?

-Cada fin de semana, siempre que haga bueno. Vamos a desayunar a la Cerdanya, a comer arroz caldoso a Castellón… Con los depósitos llenos tiene una autonomía de 10 horas, y hemos llegado a ir hasta Soria. Resulta muy grato volar en el avión que tú mismo hiciste, con tus propias manos.

-El de la foto es…

-Sí, lo estoy haciendo ahora. Es el Patufo. Pero un modelo a escala.