La eterna cenicienta del sistema educativo

La FP, el gran desafío

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / Barcelona

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Cuesta mucho romper con más de 40 años de sambenito. Los estudios de formación profesional (FP), creados por una ley orgánica de 1970 y tantas veces reformados, revisados y flexibilizados por distintos gobiernos y administraciones, siguen generando controversia. Y dudas. Y eso que desde que empezó esta crisis, el censo de alumnos que cursan ciclos formativos de grado medio y superior en Catalunya ha dado un salto cuantitativo considerable: de los 80.000 matriculados en septiembre del 2008 a los más de 110.000 de este curso. Para el próximo -hoy se abre el plazo de preinscripción para los grados medios y, el lunes que viene, para los superiores-, la previsión de la Generalitat es que las plazas se amplíen en un 2,7% hasta superar las 113.000. Un dato más aún: en los últimos tres años, el número de estudiantes mayores de 25 años ha crecido un 66%.

Pero no se dejen deslumbrar por las cifras. La FP en España, coinciden empresarios, docentes, figuras del mundo académico y hasta las propias administraciones, no es competitiva. De hecho, en un momento de crisis como el actual, tendría que ser determinante para combatir la dramática tasa de desempleo juvenil, que supera el 51%, y no lo está siendo. Urge pues una reforma y que sea, esta vez sí, en profundidad. El Ministerio de Educación y la Generalitat aseguran estar en ello.

FALTAN CUADROS MEDIOS / «El problema es cuantitativo y cualitativo», arranca Lourdes Esteban, directora del área de formación de la Pimec, la patronal de la pequeña y mediana empresa catalana. Cuantitativo, precisa, «porque el sistema productivo catalán tiene un déficit evidente de grados medios, un déficit del 20% respecto a la media de la Unión Europea». En cambio, agrega Esteban, «hay un excedente, también de en torno al 20%, de trabajadores de baja calificación». Cualitativo, prosigue, «porque no hay un ajuste entre la demanda de las empresas y los estudios que se imparten». «Hay que ganar en flexibilidad», dice.

«Se tendría que hacer hincapié en algo fundamental para los empresarios: mejorar las competencias prácticas de los estudiantes», apostilla Manuel Rosillo, presidente de la comisión de formación y educación de Foment del Treball. «No puede ser que un joven recién graduado tarde tanto tiempo en ser productivo cuando se incorpora a una empresa», lamenta.

MÁS COMUNICACIÓN / «Si es que aquí lo difícil es saber cuántos llegan a terminarla. No hay datos oficiales y ninguna transparencia», objeta Montserrat Milan, responsable de la FP en el sindicato CCOO en Catalunya. Según sus estimaciones, «la tasa de abandono escolar solo en el primer curso de esta etapa educativa ronda el 40%».

Las críticas de unos y otros sorprenden a Isidre Garcia, director del instituto Salvador Seguí de Barcelona, donde se imparten 13 ciclos formativos, con casi un millar de alumnos matriculados. «Estaría bien que los docentes tuviéramos una línea más directa con los empresarios, que se promoviera un marco, un lugar de intercambio de experiencias, de opiniones, en el que se pudiera detectar qué hace falta», sugiere.

Existen ya encuestas, explica Garcia, en que las empresas evalúan a los estudiantes que han acogido en prácticas, «pero no es lo mismo». «Haría falta saber -insiste- qué ocurre cuando entran en el mercado laboral». La nueva FP tendría que garantizar, de manera más efectiva, la comunicación empresa-escuela, coinciden también los responsables de formación de las dos patronales.

PRESTIGIO ACADÉMICO / «No hay que olvidar que la FP forma parte del sistema educativo», advierte Montserrat Milan, de CCOO. «Y por eso, aunque no sea una etapa obligatoria, hay que trabajar para que los alumnos adquieran unos conocimientos teóricos básicos, que no queden aislados en la vida», reflexiona Jaume Moncasi, coordinador de las pruebas de acceso a la universidad en la UAB. La FP, anima Moncasi, debe ganar prestigio académico: «Es un tipo de formación que abre muchas puertas, pero hay que reforzar sus contenidos si quiere dar el salto».

«Hay que acercarse a las empresas, convencerlas para que los alumnos puedan participar en sus actividades, usar sus tecnologías, tratar con clientes reales... Así, sí que ganarían experiencia», argumenta Melcior Arcarons, director general de la FP. Así, todo conduce a la FP dual que tan buen resultado da en Alemania. Tanto el Gobierno como la Generalitat apuntan en esa dirección, hasta el punto de que, en Catalunya, el curso próximo empieza un programa con 36 empresas y 300 alumnos.

Con todo, el sector no acaba de verlo claro y expresa dudas. «Tendría que crearse, cuanto antes, un marco contractual específico para la FP. Eso facilitaría la implantación del modelo», advierte Rosillo, de Foment. «Es un sistema válido para algunas familias de la FP, pero no para todas», prosigue Esteban, de Pimec. «Y las empresas debería ser conscientes de que deben impartir formación y no considerar al estudiante como mano de obra barata», objeta Moncasi, de la UAB.

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