«No hemos sabido explicar el cambio de modelo, de la caridad a la justicia»

Francesc Mateu, en la sede central de Intermón en Barcelona.

Francesc Mateu, en la sede central de Intermón en Barcelona.

FIDEL MASREAL

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Conoce al dedillo los defectos y virtudes de un colectivo, el de la federación de oenegés de cooperación, que encabeza al mismo tiempo que pilota una de las grandes del sector, Intermón. Francesc Mateu desliza en esta entrevista una autocrítica no severa pero sí estimulante para el debate sobre la eficacia de la ayuda a Africa, nuevamente reabierto a raíz del ácido testimonio del antropólogo Gustau Nerín en su reciente libro y en la entrevista publicada ayer en el CUADERNO DEL DOMINGO.

-Libros como el de Nerín, que cuestiona de raíz todo el sistema de cooperación porque lo ve preso del asistencialismo y contraproducente, ¿qué incentivo pueden representar para las oenegés?

-Creo que las críticas que hace nos las hacíamos hace 10 años. Pero es posible que las hayamos hecho solo internamente y no hayan llegado a la calle. El libro sirve para que podamos explicar nuestra evolución y cómo han cambiado las cosas con el paso del tiempo.

-¿Han cambiado a mejor?

-Hombre, sí, porque las oenegés no están trabajando con personal desplazado desde aquí sino con personal local; se estudia mejor el impacto y la evaluación de los proyectos, y hemos dejado de luchar solo contra la pobreza: tenemos un discurso de fondo de sensibilización y justicia social. Y cuando Nerín dice que un cooperante cobra 15.000 euros, que me diga dónde y que lo denuncien. Si se refiere a cooperantes de organismos de la ONU…

-¿Sigue teniendo sentido la cooperación si lo básico es atacar la base de la desigualdad?

-Sí, si no la hacemos sola. No podemos luchar contra la deuda externa solo en los despachos. Tenemos que estar en todas partes: presionando a las Naciones Unidas y al Gobierno, pero también al lado de un campesino africano.

-Modelos asistencialistas, como el que representaba la caravana de Barcelona Acció Solidària hacia África, ¿han distorsionado mucho la realidad de la ayuda?

-Yo hablo de las oenegés de la Federació Catalana d'Ong per al Desenvolupament. Pero en Catalunya hay 600 oenegés, de las que 400 son pequeñas entidades que funcionan por libre, sin este proceso de reflexión que hemos hecho el resto. Su objetivo es enviar dinero. ¿Eso esta mal? No me atrevería a decirlo, pero no es el grueso del trabajo que hay que hacer. Y también ha habido escándalos entre las grandes. El modelo de la caravana [de Barcelona Acció Solidària], la exportación de bienes porque nos sobran, no es el que nosotros trabajamos. No nos ha ayudado, ha centrado mucho la atención y ha acabado coincidiendo con la imagen que tiene la gente sobre la cooperación. Este es un defecto que hemos tenido: no saber explicar el proceso interno de cambio de modelo de cooperación.

-¿Qué imagen social cree que existe sobre la ayuda?

-La de la transferencia de bienes y servicios del norte al sur: dado que aquí nos sobra, que lo aproveche otro. Este no es el enfoque. Nosotros hablamos de que todos tenemos los mismos derechos. Y lo que hacemos no es porque nos sobre, ni porque seamos caritativos -que lo podemos ser, además-, sino por justicia.

-¿Podemos estar seguros de que el dinero que se aporta llega bien, se distribuye correctamente y no acaba, por ejemplo, en sueldos desorbitados de cooperantes?

-Segurísimos. Cuando hablamos de desvío de dinero, hablamos de corrupción y gobiernos, no de oenegés. Todos los procesos tienen un seguimiento, la mayor parte de los proyectos con dinero público están auditados por la oenegé y por la Administración, y a veces hay una tercera auditoría cruzada. El dinero llega, hasta el punto de que a las oenegés no nos preocupa eso, sino si lo usamos de la mejor manera.

-¿Y lo están usando de manera eficaz en África?

-África es donde la situación es más compleja, los indicadores son peores y nos cuesta más trabajar. Es un esfuerzo mucho más grande que en América Latina, donde hay más tejido social. En África hay muchas menos entidades locales y este proceso de elaboración social de base requiere tiempo. A veces cogemos la planta por las hojas, y en África las cosas van más despacio, hay que tener paciencia. La tentación es la deya lo haré yo,y no debemos caer en ello.

- ¿Se tiene esta paciencia o hay proyectos que quedan secos como pozos por falta de continuidad?

-Eso no pasa. Los proyectos de agua de Intermón en Etiopía, por ejemplo, tienen detrás el apoyo de ingenieros y antes hay un proyecto previo de cómo se mantendrán. No construimos ninguna escuela donde no se esté ya haciendo clase. Debemos trabajar imbricados con los gobiernos locales, porque tenemos capacidad económica y si fuéramos por libre debilitaríamos la responsabilidad de esos gobiernos en el servicio que deben dar a sus ciudadanos.

-A las grandes oenegés se les critica una excesiva profesionalización y márketing con intereses de imagen muy elevados...

-Sí, pero también se nos pide que seamos profesionales... Debemos serlo y tener a gente preparada. Pero se puede tener la sensación de una tendencia a la burocratización, de que a veces los procedimientos son más importantes que los objetivos. Las grandes asociaciones tenemos grandes virtudes y grandes defectos. Es proporcional. Vemos cosas que nos gustaría que funcionasen mejor...

-¿Por ejemplo?

-La flexibilidad y la reacción rápida son difíciles. Una oenegé grande es como un petrolero, y a veces queremos que funcione como una zodiac. No maniobra con rapidez. Ahora bien, cuando pone rumbo...Tiene mucha capacidad, mucha potencia, mucha gente.