Gente corriente

Fina González: "Correr descalza me ha reconciliado con el asfalto"

Volver a los orígenes, descalzarse y alimentarse como hace un millón de años, le ha devuelto la salud.

«Correr descalza me ha reconciliado con el asfalto»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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«¡Xiquilla, que te vas a resfriar!», le gritaban los abuelos al verla correr por su Gavà natal descalza o con unas sandalias minimalistas llamadas huaraches por su origen mexicano. Dos años después, la gente ya se ha acostumbrado a las zancadas ligeras de esta mujer que parece tener muelles en los pies. Lo que no saben es que, lejos de la estampa de salud que es hoy, Fina ha sido una niña enfermiza, una adolescente anémica y una mujer adulta afectada de múltiples trastornos, entre ellos celiaquía (intolerancia al gluten), migrañas terribles y un cuadro de fatiga crónica. Lo cuenta ella misma en De la fatiga crónica al podio, su último post en http://corrersingluten.blogspot.com.es .

-¿No le duelen los pies?

-No. Cuando te pones a correr descalza sobre el asfalto no es tan duro como parece. Mi primera sensación al quitarme las zapatillas fue de ligereza. A los que nos gusta la montaña aborrecemos correr por ciudad, pero corriendo descalza me he reconciliado con el asfalto.

-¿Cuándo se quitó las zapatillas?-Después de la Cursa de la Mercè del 2012. Yo he corrido toda la vida con dolor, incluso maratones, porque para mí es como una meditación en movimiento, pero aquella vez me quedé tan tocada que no sabía si podría volver a hacerlo. Había leído cosas sobre correr descalzos y, aunque no me convencía del todo, decidí probar. Total, estaba tan mal que, de perdidos al río.

-Y salió a la calle descalza.-Mirando a un lado y a otro para ver si había alguien, porque pensé que la gente me tomaría por loca. Corrí durante dos minutos, despacito. ¡Y no me dolió nada!

-¿La gente se mete con usted?-Al principio me decían: «¡Xiquilla, te vas a resfriar!». Pero últimamente me hablan con cierta admiración. Para mí no tiene mérito; si yo corro descalza o con huaraches es porque es menos lesivo para mi cuerpo. Todos tenemos lo que hace falta para correr descalzos: dos piernas, dos pies y la biomecánica propia del homo sapiens.

-Lo que sí tiene mérito es que, con su expediente médico, el año pasado corriera con huaraches los 45 kilómetros de la Marxa del Garraf y en el primer encuentro de corredores minimalistas y descalzos quedara primera de su categoría.

-Para mí algo así era inconcebible. El podio es una anécdota, pero es una prueba de que estoy mejor que nunca. En el 2010 me diagnosticaron un cuadro de fatiga crónica provocado, creo yo, por la combinación de mi celiaquía y la medicación contra la migraña. Estuve seis meses de baja. Vaciar el lavavajillas era un esfuerzo titánico.

-Pero el diagnóstico no la paralizó.-No quería resignarme. Para mí el deporte es básico, pero tiene que ir unido a descansar y comer bien. Hace diez años me diagnosticaron la celiaquía y dejé de comer cereales con gluten pero aun así no me sentía bien. Había leído sobre dieta paleolítica y era muy escéptica, pero fui descubriendo que tenía una base científica y tras el diagnóstico de la fatiga crónica decidí probar.

-¿Dieta paleolítica? ¿Quiere decir comer como hace un millón de años?

-Comer lo que nuestro organismo está acostumbrado desde que somos homo, sí: verdura, fruta, carne, pescado, huevos y frutos secos, evitando los cereales, los alimentos procesados y el azúcar. Mi salud mejoró espectacularmente en un mes.

-¿Qué ha desayunado hoy?

-Huevos con espinacas, salmón y té. Yo, que era un alma vegetariana, ahora como panceta. Lo que me ha convencido tanto de correr descalza como de la paleodieta es que, a mí, me funciona. Hay muchísima gente que sabe más de nutrición que yo y no pretendo dar lecciones a nadie, pero no siempre hace falta una evidencia científica para saber qué nos sienta bien.