'BULLIPEDIA'

Ferran Adrià: el cerebro en la red

El cocinero relata cómo su talento creativo se hará universal a través de internet

JOSEP-MARIA URETA / Barcelona

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Entrar en el taller delEl Bulli en la calle de Portaferrissa de Barcelona es una experiencia similar a la de entrar en el resturante de cala Montjoi (Roses). No se nota nada extraordinario aunque en el ambiente se respira aquello que los entendidos llaman talento. Pero hoy no son ni platos, ni ollas, ni artilugios. Todo papeles: amontonados, pinchados en paneles de poliespan, encuadernados o prendidos con un clip y una palabra escrita con rotulador: "Brutal". Hasta la cocina, que durante años anticipó en invierno las degustaciones que se iniciaban en primavera, ha quedado invadida por plafones y textos apilados.

Solo las planchas de poliespan deben de sumar unos 200 metros cuadrados de folios asaetados por chinchetas de colores: largas listas de productos, de técnicas de cocción, de combinaciones. Todo esto, algún día, se ordenará y clasificará hasta que responda al nombre que ya le han atribuido: 'Bullipedia'. Por metáfora, se diría que todo lo que se ha acumulado en el cerebro deFerran Adriàse ha desparramado en 200 metros cuadrados y ahora solo hace falta procesarlo y hacerlo accesible universalmente.

FORMAR CREADORES

Pocos días antes de resolver el concurso de ideas sobre cómo ha de ser la futura fundación El Bulli (El Bulli Foundation, EBF), Adrià descubrió que si 'bulli' tuviera raíz griega significaría 'crear'. Unida al sufijo 'pedia' ¿formación¿, aparece la aproximación tan deseada como un cocinero desea descubrir ( 'repetir' no es palabra bulliniana) una nueva receta: formación de la creación.

Supongamos que alguien consulta en Wikipedia el concepto de 'bullipedia'. Si el encargado de la redacción fuera quien la concibió, y sujeta, por tanto, a revisión por los futuros lectores, Adrià escribiría: "De Bulli y Pedia . Evolución de un restaurante tecnoemocional de finales del siglo XX y principios del XXI, convertido en centro de experimentación sobre los procesos, la eficiencia y la manera de medir y auditar la creatividad, utilizando la cocina como lenguaje, dialogando con otras disciplinas y todo compartido en internet" .

El catedrático de FísicaJorge Wagensberg, creador del Museu de la Ciència, divulgador excepcional, uno de los muchos científicos que han elogiado la creatividad de El Bulli, ha escrito en este diario que "en matemáticas la máxima creatividad ocupa 10 centímetros, una fórmula". Un dibujo, una frase musical, un aforismo contienen también su fuerte dosis de talento. ¿Por qué no alguna de las creaciones de El Bulli?

Este es el proceso que ha llevado a Ferran Adrià a su nuevo estadio, que ha de inspirar la futura EBF.

Advierte también Wagensberg de que "para un artista el método científico es una opción, no una obligación". Esa separación también se puede rastrear entre los gráficos desparramados por el taller de Portaferrissa, que en algún momento recuerda a aquella escena de impacto de la película sobre el matemáticoJohn Nash ( 'Una mente maravillosa' ), cuando alguien descubre en el garaje del formulador del llamado 'equilibrio de Nash', un desbordante entramado de fórmulas.

Ese punto de encuentro, el 'equilibrio' , en la cocina evolutiva es "donde pactan la memoria y la novedad" , en palabras del periodista Pau Arenós ( 'La cocina de los valientes' , Ediciones B). El mismo Arenós, principal divulgador de la cocina tecnoemocional, escribe para desconfiados: "Por supuesto, la ciencia ayudará a devolvernos el sabor".

En uno de los gráficos, Adrià separa el mundo de la investigación científica del mundo de la creatividad, en el que se inscribe. "Con un millón de euros puedes hacer innovación en un taller (de cocina, de carpintería o de joyería), pero no un laboratorio de investigación científica. Aunque ambas disciplinas compartan el principio motor de la creatividad" .

¿Con qué ingredientes se creará Bullipedia? Con 40.000 documentos acumulados a lo largo de los años y, aquí empieza la revolución, cómo se relacionan todos los conceptos entre ellos. Para alcanzar el objetivo final, la Bullipedia, en la que colabora Telefónica como socio tecnológico, "lo estamos ordenando todo para que sea científico". Otra rareza: el cocinero es tan riguroso como un investigador.

Bullipedia es solo una parte del proyecto EBF, pero como dice el chiste "bien, vale, pero ¿a qué hora es la cena?". La respuesta de hoy de Adrià sería: "En tiempo real se podrá acceder, a través de internet, a todo el material de EBF. Pero para encontrar ideas, no platos". Este principio responde a la inquietud de que hay al menos 20 millones de cocineros en el mundo que pueden llegar a ser creativos si tienen acceso al conocimiento que va a divulgar EBF.

La concreción se inicia este verano tras la acumulación de miles de propuestas recogidas en el 'tour' que Adrià y el profesorRoberto Álvarezhicieron por escuelas de negocios de todo el mundo (Esade, London School, Berkeley, Columbia, Harvard), proponiendo a alumnos con experiencia en gestión de empresas una prueba inversa: en lugar de analizar empresas de éxito o fracasadas y por qué razón, imaginar una empresa que aún no existe, la fundación de El Bulli.

El 27 de junio, en el auditorio de Telefónica en Barcelona, se hizo una audiencia pública de los tres equipos finalistas. Quedaron ganadores, ex aequo, dos equipos de Harvard. Del tercero, procedente de la London Business School, se tomó la propuesta de logotipo de las tres fases de crecimiento de un bulli (un bulldog francés). Primera idea, pues, el crecimiento orgánico, con proyección a varios decenios.

CENTRO DE TALENTOS

De las ideas producidas en Boston (equipos con nombres sugerentes como 'Duende' o 'Team A') queda un preparado ¿pendiente del toque del chef¿ que imagina a un Bulli como centro de encuentro de talentos de todo el mundo. Cocineros consagrados y aspirantes ¿y con los años, exalumnos en reciclaje¿ debatirán con expertos de otras áreas, sean científicos (neurociencias, biotecnología, nutrición), diseñadores (ingeniería o artes plásticas) o humanistas.

"Y que conste que el dinero para empezar ya lo tenemos", advierte, pícaro, Adrià. Salió de las cenas previas al cierre provisional del comedor de Montjoi. Pero no de la cocina, que sigue para ser universal.