Servicio de apoyo psicológico y jurídico

El 'airbag' de las víctimas

Eba Álvarez, con una camiseta en memoria de su hermano fallecido.

Eba Álvarez, con una camiseta en memoria de su hermano fallecido.

FERRAN COSCULLUELA
BARCELONA

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Se calcula que los accidentes de tráfico causan cada año 1.300.000 muertos en todo el mundo. De esa enorme cifra, que supera el balance de víctimas de muchas guerras y de enfermedades temibles, 168 correspondieron a Catalunya en el 2013, mientras que otras 906 personas resultaron heridas graves. Una estadística que cada año va a la baja, pero que sigue siendo una enorme losa para quienes sufren los accidentes en su propia piel y para los familiares y amigos.

En marzo del 2012, el Servei Català de Trànsit (SCT) puso en marcha el SIAVT (Servei d'Informació i Atenció a Víctimes de Trànsit), una iniciativa pionera, que en sus dos años de vida ha atendido a 912 personas que se han puesto en contacto con sus especialistas a través de la web o el teléfono gratuito 900 100 268, y que ha llevado a cabo un total de 944 consultas, la mayoría de ellas relacionadas con cuestiones legales (50%) y con solicitudes de apoyo psicológico (25%).

«Aunque en los últimos años se ha mejorado mucho desde el punto de vista de la prevención, teníamos un vacío porque muchas víctimas se quedaban aisladas tras sufrir un accidente. No sabían qué hacer desde un punto de vista jurídico o carecían de información sobre sus derechos. Otros, en cambio, lo que necesitaban era atención psicológica. Por eso lo pusimos en marcha», explican fuentes del SCT.

BUENA NOTA DE LOS USUARIOS / Sus promotores afirman que se trata de un servicio muy bien valorado, con un 8,9 de satisfacción. Una percepción que comparten las asociaciones de víctimas. «Hacemos un balance muy positivo y celebramos que se pusiera en marcha, porque una víctima, cuando se encuentra en una situación tan dura, se siente desamparada, le falta información y no sabe dónde acudir. La única carencia que detectamos es que quizá habría que darlo a conocer más», afirma Marilina Ferrer, directora de la delegación de Catalunya de la asociación Stop Accidentes.

Ferrer destaca que otro de los grandes valores del SIAVT es que el hecho de que la Administración esté detrás del servicio, porque eso da confianza a los usuarios, que saben que es transparente y no hay detrás «intereses ocultos». Jordi Porta tiene 41 años y desde el 2003 sufre graves secuelas por un accidente. «Durante tres minutos se me declaró muerto y luego estuve dos meses y medio en coma profundo», explica.

El accidente de moto que sufrió fue culpa suya, lo reconoce sin tapujos. Fue en diciembre, tras una cena de empresa, cuando sufrió el grave percance. «Había bebido, iba muy rápido y la carretera es como una lotería en la que si vas cogiendo números es fácil que te toque el Gordo».

Costa acudió al SIAVT años después, porque la relación que mantenía con una chica sufría una crisis. «A ella se le hacía una montaña salir con una persona que había sufrido un accidente de tráfico y que tenía secuelas. No vio todas las dificultades que implicaba estar con una persona como yo, y por eso pensé que sería bueno contactar con ellos», recuerda.

Las entrevistas que mantuvieron con psicólogos no lograron evitar la ruptura de la pareja, pero les ayudaron a seguir sus respectivos caminos de la mejor manera posible. «Me pusieron todas las facilidades para proporcionarme ayuda. Quedamos muy contentos», afirma.

El SIAVT también atiende a las víctimas indirectas, como Eba Álvarez, cuyo hermano fue mortalmente atropellado en Manresa, en el 2011, por un conductor bebido que era reincidente. «Cuando te pasa una cosa así te quedas tan conmocionado que no saber para donde tirar. No sabes qué acciones legales tienes que emprender. Te hablan de peritajes, de abogados y tú no sabes de qué va», recuerda.

Álvarez y su madre recibieron atención psicológica y legal. «Ellos escuchan, y eso es muy importante, porque te hace sentir que no está solo. Son personas que saben lo que te va a pasar, los sentimientos que vas a vivir, y te orientan», afirma. Aún así, su familia tuvo que endeudarse para ejercer la acusación contra el infractor. Le cayeron tres años y medio de cárcel, pero a los 60 días ya le habían concedido el tercer grado.

Una medida que considera una injusticia y que le llena de rabia. Aún así, sigue confiando en el SIAVT. «Del uno al 10, les doy un 20», dice Álvarez que, al igual que Jordi Costa, colabora activamente con Stop Accidentes. «El poder ayudar a alguien o evitar una sola muerte es el trabajo que me paga el alma», sostiene.