CONTRAPUNTO

La vivienda ataca de nuevo

SALVADOR SABRIÀ

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Un país en el que su primera actividad sea la construcción no es normal, excepto, quizás, si está saliendo de una guerra que ha destruido prácticamente el parque. No era este último el caso de España a inicios de la primera década del siglo XXI y, sin embargo, fue precisamente la vivienda la que tiró con fuerza de la economía. Hasta que se vio que ni hacían falta tantos pisos, ni mucho menos dónde se estaban construyendo, y todavía menos a los precios a los que habían vendido y se pretendía continuar vendiendo. La locura fue general y todo el mundo se apuntó a ella. Desde los especuladores puros y duros, hasta los sufridos ciudadanos que necesitaban una vivienda, pasando por la banca que abrió tanto el grifo del crédito que ofrecía hipotecas con las que se podía pagar la compra íntegra del piso, el coche e incluso el viaje de la vida. A todo el mundo le iba bien mientras la rueda giraba. La facilidad crediticia contribuía a la vez a alimentar la subida de precios. Dos frases resumían los argumentos del comprador y el vendedor en aquellos años: no se pregunte cuánto cuesta un piso, sino cuánto puede pagar de cuota mensual, se decía a los primeros; no se pregunte cual sería el precio de venta de una vivienda según su coste, si no a cuánto podría ascender la hipoteca máxima del posible comprador, sostenían los segundos.

Cuándo todo saltó por los aires, bajó la marea especulativa y se vio que miles de familias se habían endeudado por encima de sus posibilidades, con el beneplácito de todos los servicios de control de riesgos de la banca, y ahora no podían pagar, hubo grandes proclamas de que esto no debería volver a suceder jamás. Pero cada vez hay más indicios de que es muy fácil tropezar con la misma piedra.

Esta semana han advertido de este peligro los promotores de vivienda de la provincia de Barcelona. En Catalunya se iniciaron en el 2006 más de 125.000 viviendas. A partir de aquí empezó el declive hasta solo 3.000 en un año. El el 2015 se han construido 6.000 y para este año se prevén 10.000. Y, a pesar de estas cifran tan menguadas (se calcula que por la creación de nuevos hogares y la renovación del parque sería normal construir unas 20.000 viviendas al año en Catalunya), la rueda del crédito excesivo ya se ha puesto en marcha, y más de la mitad de las compras de pisos del año pasado se financiaron con hipotecas que cubrían de largo más del 80% del importe, el umbral calificado de riesgo por el Banco de España para evitar posibles impagos futuros. No aprendemos.