El proceso soberanista

Todo es falso salvo alguna cosa

La resolución de Parlament desmiente la afirmación de Mas de que siempre respetaría la ley

JOSÉ ANTONIO
Sorolla

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Al proceso independentista catalán se le puede aplicar la frase de Mariano Rajoy que marcará la legislatura que acaba de terminar. Aquella que dijo a propósito del caso Bárcenascaso y de la corrupción en el PP: «Todo es falso salvo alguna cosa». La aprobación por el Parlament de la resolución de Junts pel Sí (JxSí) y la CUP que debe iniciar el proceso hacia el Estado independiente rubrica la mayor falsedad y la más grave del itinerario: la afirmación, repetida por el president Artur Mas, de que todo se iba a hacer de acuerdo con la ley. La quiebra de la legalidad -que, como madre, no hay más que una- es evidente en la resolución cuando insta a desobedecer las leyes y a las instituciones españolas, especialmente al Tribunal Constitucional, y a respetar solo las catalanas. Pero esta no es la única falsedad.

Es falso también que exista un «mandato democrático» para caminar hacia la independencia porque el plebiscito del 27-S no lo ganaron las fuerzas independentistas. JxSí y la CUP tienen mayoría para gobernar, pero no para lanzarse hacia la independencia. ¿Se puede construir el Estado independiente con 72 votos frente a 63 -las votaciones del lunes- cuando para reformar el Estatut o la ley electoral se necesitan 90 escaños?

Es falso que Catalunya pueda "desconectar" de España como quien desenchufa un ordenador. La independencia solo se puede conseguir de tres maneras, como ha recordado, por ejemplo, el historiador Josep Fontana, nada sospechoso de españolismo: con una guerra, con el desmoronamiento de un imperio o con un acuerdo con la parte de la que te quieres separar. Ninguna de las tres hipótesis parece factible.

Es falso que el «pueblo de Catalunya» clame por la independencia. El independentismo alcanza los dos millones de votos, que son muchos, pero sobre un censo de 5,5 millones. Es falso, por esta misma razón, que en las multitudinarias manifestaciones de las últimas diadas salieran a la calle dos millones de personas. Es falso que el «derecho a decidir» fuera el objetivo de las movilizaciones, a la vista de la rapidez con la que se «ha pasado pantalla». Cuando Raül Romeva compara el proceso con Escocia y asegura que con el 44% de los votos Alex Salmond pudo convocar un referéndum y aquí con el 48% te presentan querellas, se le olvida que entre el 44% del Partido Nacional Escocés (mayoría absoluta) y el referéndum pasaron más de tres años y que del 48% de JxSí y la CUP apenas ha transcurrido mes y medio.

Déficit fiscal

Es falso que la hoja de ruta firmada en marzo por CDC y ERC y el programa electoral de JxSí ya incluyeran lo aprobado el lunes. La resolución de explícita desobediencia y de violación de las leyes es posterior a las elecciones del 27-S. Es falso asimismo, por remontarse a otras mentiras recurrentes y más antiguas, que el déficit fiscal de Catalunya sea de 16.000 millones de euros, como han demostrado Josep Borrell y Joan Llorach en su libro Las cuentas y los cuentos de la independencia (Ed. Catarata).

Es falso que los catalanes podrán conservar la nacionalidad española sin acuerdo con la otra parte, pese a los titubeos de Rajoy. Es evidente que lo que dice la Constitución sobre la retirada de la nacionalidad se refiere a casos individuales y no a separaciones colectivas o a la desmembración de un territorio. Es falso que Catalunya permanecerá en la UE aunque se independice. Pese a que solo queda por pronunciarse el sursum corda, el catecismo independentista sigue repitiendo que los catalanes no serán expulsados de Europa. Evidentemente que no serán expulsados, no hace falta. Simplemente, dejan de aplicarse los tratados en el territorio que pasa a ser país tercero. Los otros argumentos de que Catalunya es contribuyente neto y que la UE no puede prescindir de ella no merecen ni comentario.

Es falso que algún país vaya a reconocer una declaración unilateral de independencia o que, a la vista del bloqueo negociador por parte del Gobierno central, que existe, la UE esté dispuesta a intervenir para obligar a Rajoy o al presidente del Gobierno que salga del 20-D a negociar. ¿La UE intervendrá en lo que califica de «asunto interno» cuando una de las partes ha tomado ya el camino de la independencia unilateral? Es falso que EEUU u otros países respalden el proceso independentista. Lo único que han hecho los parlamentos de Dinamarca, Suiza o Uruguay es aprobar declaraciones que instan a negociar el «asunto interno», una obviedad. Lo que no es falso es que una parte considerable de la sociedad catalana se ha pronunciado por la independencia y que una parte aún mayor está descontenta con el encaje de Catalunya en España y es favorable a negociar un mayor autogobierno. Y que quiere opinar en las urnas en una consulta sobre la nueva relación. A eso deberían aplicarse los gobiernos de Madrid y de Barcelona, sin miedo al Estado plurinacional ni a la lealtad federal.

Periodista.