La televisión rápida, que no la telebasura

MANEL FERRER

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ahora comentaba con un amigo lo que mueve la televisión, gente que salta a la fama por algo que dice o hace y otros que lo hacen por necesidad a cambio de cuatro duros. Los dos casos son muy distintos, pero al final los dos llegan al mismo sitio, a los ojos de los espectadores.

El otro día Jorge Javier Vázquez hablaba con Risto Mejide en su programa de Cuatro y cuando el jurado más exigente de la tele le preguntaba si el hacía telebasura, Vázquez se escudó diciendo que el hacía 'Fast tv', o lo que es lo mismo televisión rápida. Y si nos lo paramos a pensar, la frase no tiene sentido ninguno, pero entiendo que como al ladrón que no le gusta que le llamen mangante y prefiere que le llamen busca vidas, a quién hace telebasura no le gusta que le llamen basurero.

De todas formas, no entiendo dónde está el mal en decir que se ejerce este tipo de periodismo, si al fin y al cabo es lo que la gente ve y por lo que muchos morimos día a día. Nos gusta ver en la pantalla todo aquello que pasa en nuestras vidas pero que jamás nos atreveríamos a airear por miedo a lo que se pueda decir o pensar des del exterior.

A todo esto, en un arrebato de esos que me dan de buscar canciones añejas en la red, di con 'Gira La Noria', una canción del grupo Pitovnis y que para colmo se utilizaba como sintonía del programa de Telecinco 'La Noria' y que define a la perfección como funciona este mundo dónde el contar aporta beneficios y contra más detalles des, mejor es lo que vas a recibir. Y no hay nada de malo en esto, es un intercambio de valores, quizás algunos inmorales, pero al fin y al cabo todo son valores.

Pues en dicha canción narran como es el día a día de una persona que decide vivir de la televisión y acudir a ella en busca de trabajo para poder sobrevivir. Es esta misma quién pica a las puertas de las cadenas ofreciendo chismorreos a la espera de que alguna acepte y pueda llevar  acabo sus triquiñuelas.

Entiendo a la gente que esto lo ve como una auténtica aberración, pero al final creo que acabaremos pasando por el efecto tanga, al principio todos veíamos esta prenda como algo desmesurado, pero ahora lo raro es llevar bragas.

De hecho, creo que parte de la gracia de la telebasura se basa en el pudor de contar y de escuchar, quizás si todos le diéramos normalidad ya no nos sorprendería ser cómplices de según qué y todo nos parecía demasiado blando para nuestros ojos y nuestros oídos.

Y sin que se ofenda ningún actor, toda esta gente que se sienta, se desnuda y llora en televisión, juegan un papel interpretativo, tienen que medir el énfasis de cada palabra, de cada mirada y ser lo suficientemente listos como para que la gente se quede con la copla y que jamás quedan dudas sin resolver o espacios en blanco que puedan tirar por suelo eso que se va a contar, a veces con la verdad por delante y muchas otras, con la verdad por detrás, o perdida entre la falsedad y las ganas de hacer dinero fácil.

Y como en todos los trabajos, existe el riesgo, el de no volver o el de ser odiado por todos, cuando tu única intención era hacer dinero. En ese punto es cuando se tiene que decidir si seguir con este juego o parar. De antiguas glorias televisivas las hay a patadas, pero ninguna, jamás, y por muy enfadada que esté con la tele, rechazaría volver a ella. Lo entiendo como una relación de amor odio, donde hay pasión, agresividad pero sobretodo, mucho interés.