No soy Messi

Puedo entender a quien ve una conspiración en el 'asunto Messi'. Puedo entender a aquel que no entiende cómo es que los argumentos contra Messi, siendo similares a los del caso Nóos, tienen, por un lado, el efecto de una condena y, por otro, una absolución o un renuncio de la acusación. Uno lo tenía que saber todo y la otra no estaba obligada a saber nada. Puedo entender que es un despropósito comparar a Messi con el jefe de una banda criminal, el que dice «que parezca un accidente» sin preocuparse por los detalles, y también que el concepto 'ignorancia deliberada' es una expresión jurídicamente curiosa que no es exactamente la idea que tenemos de un mafioso sino de un ignorante en asunto tributarios que desea un objetivo sin detenerse a pensar cómo se consigue o sin querer saber qué medios son necesarios para la finalidad codiciada. Y que esta argucia legal es percibida, por muchos, como un exceso de celo en un niño que juega a la pelota y que debe hacer como hacen tantos otros. Y puedo entender que haya quien reclame una justicia equitativa y universal y quien abomine de la intervención de poderes blancos y maléficos en todo el asunto.

Pero yo no soy Messi. Y me da una vergüenza terrible ver cómo el Barça justifica una campaña que no tiene ningún sentido y que presenta una persona que ha defraudado como si fuera el héroe de la patria. Y que reclama el cierre de filas en un tema que, como mínimo, merece la gradación de los grises. No, yo no soy Messi.