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Rituales y discursos

John Waters da consejos a los jóvenes a favor de la desobediencia y la curiosidad

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JORDI PUNTÍ

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Cada vez estoy más convencido de que la cohesión social de Estados Unidos -y con ella la autoestima un poco ingenua de algunos ciudadanos- depende en parte de la repetición casi exacta de varios rituales, ya sean familiares, políticos, deportivos o culturales. No digo nada del otro mundo, me parece. En todas partes sucede más o menos lo mismo, pero en el caso de Estados Unidos sobresale porque la mayoría de sus ciudadanos lo hacen con ganas. Además muchos de estos protocolos se sirven de una retórica, es decir, de la facilidad para hablar en público.

Hay muchos ejemplos de esos rituales: la celebración del Día de Acción de Gracias, el discurso del Estado de la Unión, el baile de promoción, la Superbowl, los Oscar... Incluso los presentadores de los late shows siguen siempre un mismo guion. Otro de estos momentos es el commencement speech commencement speechque tiene lugar a final de curso en muchas facultades, en el que una personalidad habla a los estudiantes que se acaban de licenciar y les da consejos para la vida adulta. Un ejemplo de discurso es el texto sencillo y brillante de David Foster Wallace Esto es agua.

Entre las personalidades que estos días han hecho un discurso de clausura están Michelle Obama, Salman Rushdie, Milton Glaser o Robert de Niro. Sin embargo, el más rompedor fue obra del cineasta John Waters en la Escuela de Diseño de Rhode Island. En la mayoría de facultades se habría visto como una temeridad invitarle, pero sus argumentos a favor de la desobediencia y la curiosidad eran ideales para los nuevos artistas. «Hoy quizá es el fin de vuestra delincuencia juvenil», les dijo Waters, «pero también debería ser el primer día de la desobediencia adulta». Y esto: «Seréis ricos si evitáis el contacto con los imbéciles (assholes). ¡Yo soy rico!». «Escuchen a vuestros enemigos políticos, sobre todo a los listos, y háganles reír. El humor es siempre la mejor arma de defensa». «Lean, lean, lean. Observen a la gente en la calle, espíen, metan las narices en todas partes, abran bien las orejas». Los estudiantes le aplaudían; algunos padres, también.