MIRADOR

Un atasco de difícil salida

El separatismo es víctima del 'escándalo Pujol' y de una hoja de ruta inviable

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont se dirigen a la reunión del Consell Executiu, este martes.

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont se dirigen a la reunión del Consell Executiu, este martes. / periodico

JOAN TAPIA

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El independentismo ha tenido una mala semana. Primero la prisión sin fianza de Jordi Pujol FerrrusolaJordi Pujol Ferrrusola, el registro en el domicilio y el despacho del 'president' Pujol y la información de que el juez cree que la fortuna era "familiar" y que Marta Ferrusola ha tenido un papel relevante. El pasado es el pasado y no se puede reprochar al independentismo (y menos al que no viene de CDC) la conducta de un dirigente, por importante que fuere.

Pero su sustento moral, la creencia de que Catalunya es un país de primera -y que, liberada, sería la Holanda del sur o la Dinamarca del Mediterráneo- mientras que España es más atrasada y más corrupta, ha vuelto a chocar con la realidad. En el dominio de políticos poco escrupulosos no parece haber mucha diferencia entre lo sucedido en Madrid, con el saqueo del Canal de Isabel II por Ignacio GonzálezIgnacio González, y los manejos de la familia Pujol y el Palau de la Música. Y aunque ha habido excesos de la "policía patriótica", es lícito preguntarse si los casos del 3% habrían salido a la luz si todos los funcionarios públicos hubieran dependido de la Generalitat. Catalunya y España son dos naciones diferentes, pero en vicios y defectos tienen cosas en común.

El otro choque del independentismo es con el futuro. Con una visión algo fantasiosa se autoproclamó como la nueva centralidad catalana. Que Junts pel Sí se quedara en el 2015 en el 39,6% de los votos (menos que CiU y ERC por separado en el 2012), y que solo llegaran al 47,8% gracias al 8,2% de la CUP, no alteró el discurso separatista pese a que -de entrada- tuvieron que sacrificar a Artur Mas.

Pero año y medio después, cuando Catalunya ya debía ser independiente, según la hoja de ruta de JxS, está claro que aquella mayoría solo es operativa para el fracaso. Se olvidó lo de la DUI para pasar al "referéndum o referéndum". Y ahora, cuando ya se ve que el referéndum unilateral, el único posible, tampoco se puede hacer, no saben qué camino tomar.

CATALUNYA ESTÁ PARTIDA

Puigdemont dijo a la ANC en Granollers que los dirigentes no les fallarían. Pero el peor fallo es no digerir la realidad y no buscar una salida factible, que exige el diálogo y la negociación sin apriorismos con los partidos españoles, que tienen, además, muchos escaños en Catalunya. Puigdemont no sabe que fallar es seguir esclavo de dogmas no operativos y tener miedo de explicar a sus electores que -respecto a la independencia- Catalunya está partida. Y la solución de Jordi Sánchez -que la ANC se movilice y se vaya a dormir frente al Parlament para apoyar que una mayoría estrecha apruebe en lectura única y sin ninguna discusión la ley de desconexión- no es el sistema de superar el fatal desencuentro originado por la desafortunada sentencia del Tribunal Constitucional del 2010.

Catalunya ni se debe ni se puede construir al margen de la ley, incluida la catalana. El Estatut que el Parlament aprobó fija unos trámites y una mayoría de dos tercios de los diputados para su reforma. Si para lo menos se precisan 90 diputados, es aberrante sostener que basta con 72 para lo más.