El Proceso (de Kafka)

En 'El Proceso' del genial autor de La Metamorfosis hay un instante en el que uno no logra entender cómo se va a resolver la trama, como si de repente las premisas no fueran suficientes para vislumbrar en qué se va a convertir todo aquello. Es un momento angustioso, de desorientación máxima. Es un momento kafkiano.  Basta que alguien nos diga que algo es kafkiano para que los demás comprendamos que nos está hablando de una situación absurda y grotesca. Pues bien, me temo que en el escenario político catalán estamos viviendo justo ahora este momento. No ocurre siempre, así que déjense llevar, hay que aprovecharlo y vivirlo con intensidad. Sí, no sabemos dónde iremos a morir, pero no me dirán que el momento vale su precio en oro.

¿Incertidumbres? Todas. Nadie sabe si Mas será presidente, si habrá gobierno antes o después de las elecciones españolas, quien conformará el gobierno en caso que lo hubiese, si volveremos a las urnas en marzo, de qué forma el Estado sofocará la sublevación catalana (en términos del ministro Margallo), si van a ir a más las discrepancias en el seno de CDC, qué van a decidir las CUP en asamblea acerca de la investidura de Mas, qué gobierno saldrá del 20-D, hasta dónde llega la reforma constitucional del PSOE y ya de paso la del, otra vez ministro Margallo, que dice tener una guardada en un cajón. Por favor ministro cuando usted considere oportuno enséñenosla. Ni siquiera sabemos si el proceso como tal ya declina o si por el contrario está en pleno apogeo. Pero si algo valioso nos legó Kafka es que no hay proceso que no pase por este dichoso tránsito en el que no sabemos si al final las grúas están para construir un rascacielos en el centro de Manhattan o unas casitas adosadas en un suburbio de Pontevedra o Madrid. Y ya se sabe que de lo uno a lo otro hay un mundo, qué digo un mundo, una galaxia entera.