Dos miradas

La piña tropical

Se han hecho tantas barbaridades en nombre de la modernidad y del arte contemporáneo que no es raro que se genere una corriente de indignación o, por no ser tan drásticos, de coña

La famosa piña convertida en 'obra de arte' por un joven estudiante escocés.

La famosa piña convertida en 'obra de arte' por un joven estudiante escocés. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El arte contemporáneo tiene eso, que todo el mundo se ríe. Se han hecho tantas barbaridades en nombre de la modernidad que no es raro que se genere una corriente de indignación o, por no ser tan drásticos, de coña, alrededor de las creaciones artísticas, los 'happenings', los montajes conceptuales. Un cubo y una escoba, algunos productos de limpieza bien apilados, se convierten en objetos de culto si tienen una literatura detrás y si se colocan en un lugar estratégico, en una situación que genere la posibilidad de creer que escoba y cubo son simbólicos y no estrictamente útiles.

El gregarismo es una actividad humana que se da cuando alguien llama la atención sobre lo que sea, con vehemencia, fervor y contumacia, y de pronto se forma un corro alrededor de unas gafas dejadas en el suelo del MOMA de San Francisco para que sean observadas como un 'objet trouvé' o como el 'ready-made' que se inventó Marcel Duchamp.

La culpa la tiene Duchamp, pues. Y luego vienen las ocurrencias, como la broma de los estudiantes escoceses que plantaron una piña natural y tropical en medio de un museo, a ver qué pasaba. Lo que pasó (y aquí radica la novedad del caso) es que los responsables de la exposición cogieron la piña, la taparon en una vitrina y la convirtieron en una pieza más de la muestra. La sorpresa de los bromistas fue monumental. Ahora se creen que son artistas. Y el hecho a destacar es que, mira, quizá sí que lo son.