La clave

Pelota al suelo

JUANCHO DUMALL

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Los buenos entrenadores de fútbol piden siempre a sus jugadores que raseen el balón cuando el partido entra en una sucesión de pelotazos bombeados y sin sentido. Bajar el cuero al pasto no sería mal consejo aplicado a una situación política como la nuestra, después de una campaña electoral en la que ha predominado el juego aéreo e impreciso, cabezazo tras cabezazo. Un estilo de patadón y tente tieso. Lo deseable sería que esta noche, cuando se conozcan los resultados, analicemos la situación política con la inteligencia y frialdad de un buen medio centro y no con la pasión y la furia de un defensa malcarado y solo atento a destruir el juego del contario, es decir, dispuesto a tirar a la cara del oponente porcentajes de votos y número de escaños.

Lo razonable es que después del estrés -democrático, pero estrés- al que ha estado sometida la sociedad catalana en los últimos años pensemos todos que el lunes tenemos que seguir conviviendo, se dé el resultado que se dé. Y esta no es una reflexión que parte del buenismo y del buen rollo, sino del convencimiento de que no habrá proyecto que valga la pena si no se mantiene el excelente nivel de convivencia que ha caracterizado a esta sociedad desde hace décadas.

Campaña ejemplar

Algo tenemos a favor. En una campaña tan polarizada como la que acabamos de vivir no se ha registrado ni un solo incidente violento. El debate ha sido enconado, pero a nadie se le ha ocurrido hacer ninguna tontería, lo que dice mucho de la madurez de esta sociedad y descalifica a quienes hablan de una fractura irreparable.

Todo indica que la participación será hoy muy alta. A las ocho de la tarde, el electorado habrá hecho su trabajo soberano. Lo que toca después es que los dirigentes de las distintas formaciones digieran con prudencia y generosidad los resultados. Porque en la actual coyuntura política se nos ha dicho muchas veces que hoy estamos ante un final de partida. Pero sabemos que no es así. Hoy las urnas sonreirán a unas opciones u otras, pero sería un fracaso colectivo convertir el resultado en un rifirrafe de ganadores y perdedores.