El peligro del 'tajo' en la I+D

OLGA GRAU

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Recortar resulta inevitable ante una caída drástica de las ventas de una empresa. Pero a veces recortar en determinadas partidas presupuestarias significa mermar irremediablemente las posibilidades del mañana. Y lo mismo ocurre en las administraciones públicas en países que atraviesan por graves crisis. La I+D+i se va abandonando y con ello se pierde una de las más importantes palancas de crecimiento de futuro.

Japón, EEUU, China y Corea son líderes mundiales en patentes en el mundo. También Alemania, con 46.000 solicitudes registradas al año, lidera la liga mundial de la innovación. Por detrás, en la Unión Europea, se encuentran Reino Unido (15.000), Francia (14.000), Italia (9.000) y Holanda (7.000). España, a pesar de tener una dimensión mayor que este último país, registra tan solo 3.128 patentes al año, liderada por Catalunya (560 patentes el año pasado).

¿Por qué España se encuentra en el pelotón de cola de las patentes en Europa? Una patente no es ni más ni menos que un monopolio comercial. El monopolio lo otorga el Estado al titular de la patente, a cambio de información detallada sobre la invención que, posteriormente, se hará pública, ya que el sistema de patentes existe para impulsar el avance tecnológico. En el desarrollo de nuevas patentes influyen muchos factores. Las grandes multinacionales suelen tener un efecto tractor y generan muchas patentes, al tener departamentos de innovación potentes y gabinetes jurídicos especializados. El sistema de investigación público, las universidades públicas y privadas y el apoyo de la Administración son  los factores más relevantes para impulsar la innovación y las patentes. Para ello es básico que se lleven a cabo cooperaciones potentes entre las empresas privadas y los institutos públicos, lo cual no sucede en España de manera extendida. Esta es la clave del éxito del land alemán de Baden-Württenberg, que solicita 14.000 patentes al año, más del triple de las que registra España. En este territorio se da la suma de empresas punteras, profesionales preparados y apoyo institucional, trufado con potentes centros de investigación públicos y privados.

Las patentes tienen para un país un importante componente competitivo a la hora de exportar productos y funcionan como un termómetro real que mide la capacidad de la industria para sobrevivir en un mundo globalizado. Una prueba de la velocidad a la que avanza el mundo interconectado es la evolución meteórica de las potencias emergentes como China, la India y Corea. Han pasado a ocupar puestos muy rezagados del ranking mundial de patentes a pasar a la cabeza. España, con una crisis galopante en los últimos años, ha dejado congelada e, incluso ha reducido, su exigua apuesta por la I+D+i. Pero sería un gran error no empezar ya a recuperar el terreno perdido. Como recuerda en la entrevista de esta edición el consejero delegado de Esteve, Albert Esteve: «Es muy peligroso recortar la partida de investigación».