El cuerno del cruasán

El oráculo de Google

JORDI PUNTÍ

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Si me piden que defina qué es un algoritmo, mi respuesta no será más que un balbuceo infantil. En cambio, lo que sí sabría contar es que la vida de los algoritmos es más dichosa desde que existe internet. Los programas de búsqueda como Google se basan en estas fórmulas para afinar cada vez más las respuestas, por eso existe la función Google Instant: uno empieza a apuntar una frase en el buscador y enseguida te sugiere cómo terminarla, basándose en los miles de consultas que otros han hecho antes. El método es fiable, cuentan en Google, porque congregan casi el 90% de las búsquedas en internet y las analizan para prever qué es lo que buscamos.

Este control exhaustivo de nuestros datos es muy inquietante, pero también puede ser útil. A través de algo tan arbitrario como las sugerencias de la máquina, podemos descubrir cuáles son los intereses de la mayoría de ciudadanos. Por ejemplo, respecto de nuestros políticos en plena crisis. El sábado por la mañana busqué Artur Mas en Google. Mientras estaba escribiendo el nombre, el programa me sugirió estas búsquedas: «Artur Mas twitter», previsible; «Artur Mas style», en referencia a la parodia musical del Polònia; y «Artur Mas Suiza».

Como se puede ver, estamos ante una mezcla de juguete y oráculo que puede ser muy entretenido y revelador. Después de Artur Mas busqué más nombres. La máquina dio búsquedas del tipo «Urdangarín fianza», «Felip Puig dimissió», «¡Aznar hablando inglés!», «Bárcenas sobres», «Duran Lleida independencia» o el extraño «Mariano Rajoy pollito pío». Todos estos personajes pueden defenderse diciendo que internet es un foco de rumores y mentiras, y no les faltará razón, pero un algoritmo es un método científico. Cuando buscas a Messi, por ejemplo, no aparece ninguna rareza perversa, sino «Leo Messi papá». Si el argumento no les convence, siempre pueden querellarse contra Google. En Francia e Italia más de un político lo ha hecho, con resultados favorables e indemnizaciones millonarias. Puede ser una forma bien limpia de ganar ingresos atípicos.