El gusto de atizar a Iniciativa

«Por suerte, nuestro modelo no es Cuba», andanada queFrancesc Homssoltó contra ICV-EUiA la semana pasada mientras sacaba pecho ante el aparente consenso logrado por CiU para tramitar el paquete legislativo conocido antes como ley ómnibus. Como solo Iniciativa se mantiene firme en su oposición, los convergentes aprovechan este gran momento para dar rienda suelta a la tirria que tienen a los ecosocialistas, los únicos dispuestos a reivindicar sin complejos la herencia de los gobiernos de izquierda y a llamar a las cosas por su nombre. Por eso, el tono deArtur Mas conJoan Herreraes cada vez más agrio, mientras desde las filas convergentes se arrincona a los ecosocialistas, a los que tratan como una especie de chivo expiatorio del tripartito. Parece que ahora no hay mejor descalificación que acusarles de ser, todavía, comunistas. Es cierto que el insulto contra ICV, practicado por los mismos publicistas que pasan por ser la nuevaintelligentsia del país, recorre un gran abanico. Hasta hoy la ofensa basculaba entre dos extremos. Unos días ICV era la marca blanca de los socialistas, y otros, la fuerza minoritaria antisistema. Si bien a cualquiera de ambas se añadía, claro está, la socorrida mofa sobre la Catalunya pija y progre. Pero, últimamente, a las puertas del 75º aniversario de la fundación del PSUC, la pulsión anticomunista resurge con fuerza.

Más que con la historia en sí, tiene que ver con una relectura de la misma, que, supuestamente, se propone rescatarnos la lucha contra la dictadura de una interpretación comunista hasta hoy hegemónica. Y para ello no hay nada más cómodo que tachar de totalitario y estalinista a todo lo que huela a comunista, incluyendo al que, sin duda, fue el gran partido antifranquista en Catalunya, el PSUC, donde, por supuesto, había comunistas, aunque muchos lo eran a su manera. Y es este anticomunismo primario y desinhibido lo que hay detrás de la saña con que algunos atizan ahora a Iniciativa.