La persistencia de Txiki

DAVID TORRAS

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Cruyff siempre tuvo a Txiki como el más listo de la clase, pero para ganar este partido ha tenido que recurrir a un mandamiento muy guardiolista, una de las promesas que lanzó ante el Camp Nou el día de su presentación, recién llegado de Tercera, y que nunca dejó de cumplir:  "Persistir, persistir, persistir". Nadie ha persistido más que Txiki para reunirse otra vez con Pep, ajeno al golpe que supuso su marcha al Bayern en el aspecto personal y también en el profesional a la hora de dar explicaciones a los jeques de Abu Dhabi, poco acostumbrados a no conseguir lo que se proponen cuando hay cheques en blanco de por medio. Pero ni entonces ni ahora el dinero (mucho dinero) entra en juego. 

Múnich era una ilusión y Manchester es un compromiso. A Múnich llegó conquistado por el club y a Manchester se va por las personas, con la bendición de todos los que tiene más cerca. En el fondo, Txiki y, a su lado, Ferran Soriano, con quien siempre ha mantenido una muy buena relación, son la razón fundamental de que Guardiola elija el City por encima de los otros cheques en blanco que tenía sobre la mesa, con el Chelsea y el United a la cabeza, e incluso con el Madrid metiendo la nariz. Si siguiera el mismo instinto que le llevó a Múnich, no habría discusión sobre cuál debería haber sido el siguiente paso: Old Trafford. Pero por encima de la historia, de la mística y de reconstruir un equipo sobre las cenizas de Van Gaal, se impone la lealtad a quien le llevó al Barça y después soportó sus 'guardioladas' sin mandarle a paseo como merecía más de una vez, y que ha estado esperándole discretamente durante casi cuatro años sin tenerle en cuenta que se arrojara a los brazos de Hoennes.

Así que al United le puede ocurrir como al Barça, pero al revés, y pasar de Pep, el becario al que ilustres vanguardistas despreciaron, a Mourinho, a quien pedían a gritos para que con su dedo le enseñara el camino al Barça. Nada peor para romper el encanto que ahora mismo tiene esta aventura. Nadie como Mou para desequilibrar lo que hoy solo es otro gran desafío futbolístico, como lo ha sido en Alemania, y convertir Manchester en la ciudad más morbosa del mundo. Pero igual que en el Madrid de Florentino, en Old Trafford ya empezaban a señalar a Mourinho como el único capaz de combatir a Guardiola.       

Por más que esperado, el anuncio del fichaje supuso una convulsión en la Premier, un altavoz incomparable a la Bundesliga y donde la figura de Pep merece más respeto admiración que incredulidad, despojada de las cuestiones personales que se imponen aquí y que en Inglaterra serían incapaces de comprender, entregados sin matices a sus héroes o simplemente a quienes les han hecho pasar buenos ratos. Saludado como el autor casi de una revolución cultural, Guardiola se enfrenta a otro desafío, poner pausa y control en el país del vértigo donde un córner se celebra como un gol, sin haber acabado el que tiene entre manos con la Champions en el punto de mira. Txiki, en cambio, ya tiene su mejor título.