Un industrial catalán contra el Rey

FERRAN MONEGAL

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No se asusten. Estoy hablando del último capítulo de <i>El ministerio del tiempo</i> (TVE-1), esa serie imaginativa y entretenida a veces, patafísica y estrafalaria muchas otras, que trabaja el arte de lo que pudo haber sido y no fue. En este capítulo se inventan la historia de la muerte de Alfonso XII, y luego la de su resurrección, gracias al equipo de ese <i>Ministerio</i> que viaja en el tiempo. Les decía el jefe del operativo, que interpreta Jaime Blanch, al grupo que tiene que viajar a 1881, a Comillas, y desbaratar el atentado: «Si Alfonso XII se muere, no podrá nacer Alfonso XIII ni Juan Carlos I ni Felipe VI ni esas niñas tan monas». ¡Ah! Lo dice con preocupación, pero yo creo que se le escapa un poco de recochineo por debajo del bigote. El que quiere matar al Rey, según esta teleserie, es el industrial catalán Pere Folch. Lo interpreta nuestro admirado Lluís Soler. Hombre, Soler es un actor entrañable, inofensivo y bondadoso. Aunque interpretó años atrás al violador del culebrot Elcor de la ciutat (TV-3) les puedo garantizar que es incapaz de matar una mosca. Ahora nos lo pintan como un retorcido empresario amigo de Eusebi Güell (Llorenç González) con el que habla tranquilamente en catalán, lo cual es una pincelada de diversidad lingüística (con subtítulos en castellano, eso sí) que es de agradecer. No queda claro si Güell también está en el complot para asesinar al Rey. Quizá con lo de la trata de esclavos ya tenía suficiente, actividad que compaginaba con su otra faceta de mecenas del arquitecto Gaudí. Pero el señalado como malo, muy malo, es Pere Folch. Le mete una bomba al Rey, dotada con última tecnología láser y displays electrónicos que, estando como están en 1881, tiene mérito. Estos golpes son los más desternillantes y a la vez estrafalarios de esta teleserie.

Desde el punto de vista histórico, no consta que hubiera ningún empresario catalán que atentase nunca contra Alfonso XII. En 1878 hubo un tal Joan Oliva, de Tarragona, que le pegó un tiro en la calle Mayor de Madrid. Pero el Rey salió ileso. Además, Oliva no era empresario, era tonelero. Algún historiador habla de que el obispo de Urgell, Caixal i Estradé, complotó contra Alfonso XII. Dicen que le tenía una tirria enorme. Pero no pasó de ahí la cosa. ¡Ah! Esta invención del empresario catalán intentando matar al Rey, vista a mes y medio del 1-O, quizá no es una fabulación inocente. Quién sabe, a lo mejor en el Des-Informe semanal nos ampliarán el tema.