Carme Barba: "Ahora sí me siento mutilada"

Sufrió una mastectomía y, por su pareja, reinventó la sexualidad. Y su recuperada feminidad inspiró una novela. Pero ese no es el final.

«Ahora sí que me siento mutilada»_MEDIA_1

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POR
Núria
Navarro

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El origen de esta historia es un cáncer de mama. El que le tocó a Carme Barba (Reus, 1966), ingeniera e inspectora de trabajo. Sin pecho y sin miedo, decidió inventar un nuevo lenguaje erótico. Por su pareja. Resultó excitante, y hasta dio para escribir una novela. Pero la fatalidad marcó un final para el que no hay palabras.

En el 2008 apareció el tumor. Sí. Me operé en la privada. Atentos a la estética de la mama, dejaron todo el mal dentro. Decidí ponerme en manos del equipo del Vall d'Hebrón. Mastectomía, expansor y quimio.

Una tríada mortificante. No tenía miedo por mí. Me preocupaba Jordi, mi pareja, mi amor. Si él estaba bien, yo estaba bien. Quería que se sintiera cómodo conmigo, sin pecho, calva…

Símbolos de la feminidad triturados. La sexualidad era muy importante. La calvicie la arreglé con una peluquita, pero tenía sequedad vaginal. Inventamos un mundo erótico distinto, con juegos de luces, lencería, cuero... Él se implicó mucho en alimentar el deseo de otro modo.

No es lo usual. No. Y entonces ocurrió algo inesperado. Me compré un pezón artificial, me puse una camiseta de lycra y fui a una clase de spinning. Al final de la sesión, un señor que pedaleaba a mi lado, me dijo: "¿Sabes que tienes unos pechos muy bonitos?". Tuve que cogerme fuerte al manillar. No supe responder, pero salí del gimnasio como si me hubieran llenado las baterías. Con aquel señor, que era un libertino, empezamos a intercambiar correos electrónicos. No estaba acostumbrada a las palabras eróticas.

¿Le contó que la habían operado? Al principio no. También empecé a escribirme con un abogado.

¿A su pareja le pareció bien? Un día me preguntó qué tenía yo con aquellos dos hombres. Pero no había más relación que la epistolar, que me inspiró a escribir relatos eróticos y una novela, 'Jaque mate al orgasmo nocturno'. Me lo editaron en 'e-book' y yo financié la versión en papel.

Enhorabuena. Con la novela recién salida de imprenta, se me ocurrió firmar ejemplares mientras participábamos en el European Ballon Festival, el 12 de julio del 2015, en Igualada. Jordi era el piloto del globo. Íbamos ocho en la cesta. El día era estupendo. Ya estábamos bajando, cuando Jordi no quiso aterrizar en un campo que no estaba segado. Prefirió ascender un poco y hacerlo en el siguiente. La cesta chocó contra el margen que separaba los campos. Volcamos y salimos disparados todos menos dos. El globo empezó a subir, Jordi, que medía 1'90, corrió a colgarse de la cuerda para hacer contrapeso y los dos pudieron saltar. Pero el globo ascendió rápido y se llevó a Jordi. Cuando estaba a 50 metros, se soltó. Le vi caer.

El caso apareció en la prensa, sí. En dos milésimas de segundo mi vida cambió. De repente estaba sin él. Sola.

¿No tiene familia? Mi padre se fue de casa cuando yo tenía 11 años. Y cuando me marché con Jordi a vivir a Sitges, hace 18, mi madre me dijo que la dejaba colgada y que no quería saber más de mí. Pasé el cáncer y la muerte de Jordi sin su apoyo.

Lo siento. En octubre, el día del cáncer de mama, decidí donar el dinero que sacara de la novela a la investigación oncológica. Pensé en Vall d'Hebrón, donde me operaron, pero recibí un correo diciendo que tenía que comprender que no todas las pacientes podían compartir el contenido de mi novela. ¡Si yo solo daba el dinero! Lo doné a la Fundació del Clínic.

¿Y ahora? Ahora sí que me siento mutilada. Una cosa es perder un pecho y otra a quien es tu vida. Estoy seca. Solo me consuela escribir.