Al contrataque

El retrovisor de Yanis

ERNEST FOLCH

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La verdad quizá solo puede verse por el retrovisor, cuando todo queda atrás. Es lo que debió pensar Yanis Varoufakis al abandonar el lunes el ministerio de finanzas de su país, ya dimitido, y con el deber cumplido. Se montó en su moto Yamaha, con su inconfundible Shoei negro y la cabellera rubia de su mujer ondeando en el asiento de atrás, por supuesto sin casco, como un último y merecido acto de rebeldía. No sabemos muy bien a dónde iba, pero sí muy bien qué deja atrás.

Porque por el retrovisor debió ver este maravilloso 'OXI' que el 61% del pueblo griego estampó en la cara de Angela Merkel y de los burócratas de Bruselas que el domingo se enteraron de que esta película no va de contar dinero sino de escuchar a la gente. En el fondo del espejo debió ver todavía la mueca del vergonzante Martin Schulz, que el mismo domingo amenazaba a los griegos con que se buscaran una nueva moneda si votaban que no, tal es el respeto que tiene por la soberanía lo que queda en pie de la decadente socialdemocracia europea, ofrecida en sacrificio al altar de la bolsa de Fráncfort.

Al día siguiente, Varoufakis vio por su retrovisor a su sucesor Euclidis Tsakalotos increpado en Bruselas por los ministros rabiosos porque no llevaba ninguna propuesta, o como dijo el obediente De Guindos, porque solo hablaba de «conceptos generales». Euclidis, te lo tenía que haber advertido Yanis, en la Europa del capitalismo estalinista en que los Estados rescatan a los bancos del mercado libre con el dinero de todos, solo se puede hablar de dinero, incluso cuando acabas de ganar un referéndum. Todo este juego de poder es debidamente alimentado por un sistema mediático sumiso que impone la verdad del mercado como absoluta: las cosas son buenas o malas si la bolsa sube o baja.

La 'estelada' de Syntagma

Por eso tantos medios de aquí y de allá repiten el lema paternalista según el cual los acreedores están perdiendo la paciencia con Tsipras: de lo que se trata es de culpabilizar y si cabe criminalizar al enfermo. Y es que Grecia no se va de ninguna parte, sencillamente la están expulsando. Pero no porque deba nada, sino porque a estos funcionarios que solo pueden hablar de dinero les ha explicado que los problemas se solucionan votando, no solo pagando.

Por eso, por el retrovisor de Yanis, al fondo de todo, aparecemos también nosotros, con nuestras listas caóticas y plebiscitarias inminentes. Y por eso hace unos días 'The New York Times' abría su edición con una 'estelada' en la plaza Syntagma de Atenas. En juego está la soberanía de nuestros votos y el derecho a decidir, sea de los griegos, de los catalanes o cualquier otro europeo. Por el retrovisor, Varoufakis ve cómo la Europa de la libertad libra su última batalla contra la Europa del dinero. Según quien gane, para la moto, Yannis, que nos vamos contigo.