tú y yo somos tres
El arte no es espejo, es martillo
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Nos lo decía Virginia Díaz el domingo, al inicio del programa musical Cachitos de hierro y cromo (La 2): «El arte no es un espejo para reflejar la realidad sino un martillo para darle forma». O sea, parafraseó bien a Bertolt Brecht. El arte como arma, la música como convulsión creativa que despierta al personal amodorrado o dormido. ¡Ah! Por eso el Gobierno, que lo sabe -y que les teme- les ha condenado al 21% de IVA. Este programa que presenta Virginia, y que dirige Jero Rodríguez, es una joya que no deberíamos perdernos ningún domingo. No es solamente un excelente buceo por el colosal archivo musical de TVE, es también una mirada distinta, una percepción que se erige como una reconstrucción de autor, con intenciones y matices originalísimos. Un día se fijaron en aquella canción que cantaba Micky, En el rollo está la solución, que decía: «No molarás si no le das a un buen canuto en cantidad / En el rollo está la solución / Esnifando se va la depresión / Si te colocas, viajarás / ¡El anís no puede con el hachís!» Eso lo cantaba en 1978, en el primer y negro posfranquismo.
¡Ahh! Tiene mérito. Hoy la autoridad competente quizá hasta mandaría a Micky a presidio. Otro día rescataron a uno de los primeros artistas que con su cante animaba a salir del armario. Corrían los años 60. Fue un personaje heterodoxo y raro -en el más entusiástico sentido de la palabra raro- que triunfó en el Teatro Alkázar de Valencia de forma superlativa. Se llamaba Rafael Conde, alias El Titi. Cantaba Libérate y decía: «Lanza al aire tu pancarta / no la quieras ocultar / y que un mal rayo le parta / a quien no quiera mirar». En 1998 le entrevistó María del Monte en TVE. Le dijo: «Tú tienes fama de ser un hombre valiente». Y El Titi contestó: «Valiente sí, hombre, no sé». ¡Ahh! Estos cachitos de hierro y cromo son imprescindibles.
PEDRO, QUE SE PONGA A MI DERECHA. - Para concluir temporada Jordi Évole (Salvados, La Sexta) se ha llevado a Pedro Sánchez a comer a casa de una familia de Nou Barris. Se llaman Moliner. Siempre votaban PSOE. Ahora están en un grito. A Sánchez, con toda cordialidad y para que fuera meditando, le lanzaron algunos adjetivos sobre el partido: «Desencanto. Desconcierto. Confuso. Indefinido...» Y cuando se sentaron a la mesa a comer los canelones, el pater familias, que la presidía, advirtió con retranca: «¡Pedro, que se ponga a mi derecha!». ¡Ahh! Tome nota Pedro Sánchez. Y medite.
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