La rueda

El 9-N ya ha ganado

Tras la última decisión del Tribunal Constitucional, el Estado ha perdido por muchos meses la iniciativa de esta partida de ajedrez

ENRIC MARÍN

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En el último mes, la crisis institucional sistémica española ha terminado de adquirir visibilidad. Ya no es posible ignorarla. En paralelo, una parte de las consecuencias sociales de la crisis económica ya son crónicas. Sobre este paisaje, el conflicto democrático entre el soberanismo catalán y el Estado continúa quemando etapas. El último movimiento del Gobierno central ha sido volver a usar el Tribunal Constitucional de muro de contención para detener la voluntad de afirmación democrática de una amplia mayoría social en Catalunya. Penoso, inútil y contraproducente. Ha sido un movimiento tan estúpido como previsible. Lo que invita a pensar que en el otro lado no hay vida inteligente perceptible.

Pero, evidentemente, esta no es una explicación plausible. Es más verosímil pensar que el registrador de la propiedad y la abogada del Estado son prisioneros de la larga secuencia de movimientos anteriores que comenzó con el recurso contra el Estatut. Y creen que para no perder más apoyo electoral necesitan continuar mostrando firmeza ante el órdago catalán. Y ganar tiempo. Solo se plantearían algún tipo de diálogo después de un acto de contrición de la política catalana. Cabe suponer que ya sospechan que esta forma de intentar ganar la batalla de la opinión pública en España puede significar perder la batalla de la opinión pública internacional y consolidar la desconexión mental y emocional catalana. Pero, como repite Rajoy, ni pueden, ni quieren.

Desde el martes de esta semana, el 9-N ya ha ganado. No tanto por el más que previsible éxito de convocatoria. Sobre todo, por la derrota simbólica del Gobierno central. El Estado ya ha perdido la iniciativa de esta partida de ajedrez por muchos meses. Y según cual sea el próximo movimiento del soberanismo, hasta el final de la partida.