Conclusión: alguien miente

En ERC y la CUP se fían de Puigdemont mientras dudan de la táctica de Mas

Rajoy y Puigdemont se saludan en la puerta de la Moncloa, en abril del pasado año.

Rajoy y Puigdemont se saludan en la puerta de la Moncloa, en abril del pasado año.

NEUS TOMÀS / BARCELONA

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Empecemos por los hechos. El domingo 'El País' titulaba en portada: «Rajoy prepara una oferta sin referéndum para Catalunya». Unas horas después, el delegado del Gobierno central en Catalunya, Enric Millo, que se presupone que dispone de buena información, en una entrevista en el Canal 3/24 reveló «contactos» entre el Ejecutivo al que él representa y la Generalitat. Siguiendo con el relato cronológico, ya ese mismo día fuentes de la Moncloa desmintieron los presuntos contactos secretos desvelados por Millo. El lunes por la mañana fue el coordinador del PP catalán, Xavier García Albiol, quien públicamente negó la existencia de reuniones 'top secret'. Y por la noche, en una entrevista en Tele 5, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hizo de Rajoyni confirmó ni desmintió.

Como el ecosistema político-mediático que genera el proceso independentista siempre da para más, -incluso para que Oriol Junqueras aparezca en la portada de 'El Mundo' como «interlocutor» idóneo del Gobierno central en Catalunya-, Miquel Iceta terció asegurando que esos contactos han existido y han sido al más alto nivel. Conclusión: alguien miente, pero no sabemos quién.

Pese a que coincidiremos en que no le hacía falta, puestos a añadirle unas dosis nuevas de surrealismo a la sucesión de declaraciones de los últimos días, Millo, el mismo que ha contribuido a este festival, ahora pide que no se especule.

Un destacado conseller ironiza (o no) con un lacónico «esto será muy duro». Habrá quien piense que el tiempo verbal es incorrecto y que ya está siendo muy duro. O por lo menos muy cansino. Lo que es difícil de contradecir es que de aquí al otoño la tensión arreciará. Tanto Esquerra como la CUP confían en la palabra de Puigdemont y en su compromiso de convocar el referéndum e intentar celebrarlo sí o sí -a no ser que el Ejecutivo central opte por medidas de fuerza-.

En el Palau de la Generalitat y también fuera se reitera la misma idea. Puigdemont asumió el reto de ser 'president' porque está convencido de que no hay alternativa al referéndum y no tiene interés alguno en cambiar de idea en aras de labrarse un futuro político más prolongado.      

En cambio, se desconfía y mucho del papel que quiere jugar Artur Mas. El cuerpo le pide volver a presentarse pero no quiere perder, resume un buen conocedor de las entrañas del partido. Pero, encuestas en mano, la única manera de no salir derrotado sería repetir la coalición de Junts pel Sí. Cuesta de imaginar un tándem Mas-Junqueras o Junqueras-Mas. Los republicanos descartan cualquiera de los dos e insisten en que no piensan presentarse otra vez con la exConvergència. Ese partido que la semana que viene volverá a los tribunales pero no por apadrinar el 'procés' sino por un caso de presunta financiación ilegal. Durante tres meses su pesadilla será otro tándem: el de Millet-Montull.