El cambio en España

Casi todo se mueve

@joaquimcoll

El enroque del PP se enfrenta a la creciente corriente reformista ciudadana y a la evolución del PSOE

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JOAQUIM Coll

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Cada vez está más extendida la sensación de que la cita con el cambio es ineludible. No sabemos todavía cómo ocurrirá, pero mucha gente cree que esta terrible crisis alumbrará una transformación del modelo político nacido en 1978. El actual está agotado y deslegitimado a ojos de muchos. Es verdad que la llegada al poder deMariano Rajoy, con su mayoría absoluta, podía haber abortado este deseo si su gestión frente a la crisis no hubiera resultado ser, tan pronto, un clamoroso fracaso. Y si a este descrédito no hubiera contribuido el formidable escándalo de corrupción que ha sacudido la cúpula de su partido y que ha dejado atónito, por primera vez, a una parte de su fiel electorado. En poco más de un año,Rajoyha pulverizado el récord de rechazo que cosechóJosé Luis Rodríguez Zapateroal final de su segunda legislatura.

CUANDO TIEMPO atrás desde la izquierda se afirmaba que hacia falta una reforma constitucional, el PP lo negaba, diciendo que eso respondía a problemas internos del PSOE, derivados de su relación con el PSC. Y cuando en la Diada se puso de manifiesto la fuerza del envite secesionista, los populares inicialmente solo supieron atribuirlo al giro oportunista deArtur Mas, sin ofrecer más alternativa que una difusa mejora de la financiación en el 2013. En menos de seis meses, se ha producido un giro radical y hoy ya nadie niega que España se enfrenta a una crisis múltiple, que es en primera instancia social y económica, pero que ha puesto en jaque a todo el sistema político e institucional, haciendo inevitable, como mínimo, la reforma del modelo autonómico. Es espectacular la cantidad de artículos de fondo que, desde entonces, hablan de cambio constitucional o apelan directamente a iniciar una segunda transición. En la opinión pública esta corriente reformista empieza a ser muy sólida. Según la última encuesta del GESOP, la mitad de los españoles son ya partidarios de una reforma federal y, si bien la mayoría de los votantes del PP la rechazan, casi un tercio se muestran favorables. También en la derecha muchos analistas coinciden en que se ha acabo un tiempo político, aunque el PP va a resistirse de entrada a cambiar nada: se siente legitimado con su cómoda mayoría parlamentaria y confía en ganar tiempo. Además, la lucha interna que se ha desatado abre nuevos interrogantes sobre cómo va a gestarse esta nueva etapa.

A menudo desde Catalunya se escuchan voces que afirman que en España no hay federalistas. No hay peor sordo que el que no quiere oír, aunque es justo reconocer que hoy no hablaríamos tanto de federalismo si no fuera por la pulsión secesionista. Lamentablemente, la historia es así: avanza a menudo a base de trompicones. En este sentido, es importante destacar la evolución en el PSOE, aunque desde aquí muchos no quieran apreciarla. El debate en las filas socialistas es intensísimo. La propuesta elaborada por el grupo de reflexión, creado a instancias de la poderosa federación andaluza y del presidente de la Junta,José Antonio Griñán, es la mejor muestra de hasta qué punto se ha instalado con fuerza la conciencia de que urge un cambio histórico. «O ese Estado federal se conforma como Estado plurinacional o se nos presentarán dificultades prácticamente insalvables para un nuevo pacto constitucional», se afirma en ese interesante documento, muy influido por el constitucionalistaJavier Pérez Royo, donde se desarrolla una ambiciosa propuesta de reforma federal. En junio, el PSOE discutirá las ideas y concretará en una conferencia extraordinaria su propuesta de cambio constitucional. Es improbable que recoja el derecho a decidir quePere Navarroplanteó en el último comité federal, pero, a la vista del texto andaluz, el PSC puede obtener amplia satisfacción en el resto de cuestiones trascendentales.

AL LADO DEL giro federalista del principal partido de la oposición o de la actitud comprometida de numerosos intelectuales españoles, también en el mundo económico se oyen cada vez más voces favorables a reformar, sin miedos, la Constitución para salir de este pozo político salpicado de corrupción. No es exagerado afirmar que todo o casi todo se mueve. También la monarquía podría contribuir si el Rey tuviera la generosidad de abdicar pronto para que el Príncipe pudiera encarnar este nuevo tiempo. Con todo, estamos lejos de tener una agenda reformista consensuada, entre otras razones porque una de las carencias más graves es la falta de liderazgo político, tanto en la derecha como en la izquierda española. Propongo que empecemos ya a exigir que las próximas generales, a celebrar en el 2015 o mejor antes, sean constituyentes. Entre tanto construyamos un debate amplio y plural que siente las bases del imprescindible consenso. Historiador