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Tu vida es un poema

Maestro descubridor de lo trascendente en lo aparentemente banal, Jim Jarmusch convierte una semana en la vida de un conductor de autobús en épica cinematográf

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Nando Salvà

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Quienes conocen las películas de Jim Jarmusch ya saben que en ellas no suceden muchas cosas, y que su forma de no suceder es siempre fascinante. Incluso cuando incursiona en el wéstern ('Dead Man', 1995) o el cine de vampiros ('Solo los amantes sobreviven', 2013), el de Ohio se centra en las pausas lánguidas y los tiempos muertos, y halla drama y comedia en los cambios minúsculos que puntúan la vida cotidiana. Eso nunca ha sido más cierto que en 'Paterson', oda a los placeres pequeños y la vida simple en forma de película simple que ofrece un placer inmenso.

'Paterson' observa una semana en la monótona vida de un conductor de autobús y poeta llamado Paterson en un pueblo llamado Paterson. Cada mañana se levanta a las seis, desayuna, escucha sonriente los planes de su esposa para el día —por lo general, decorar cortinas o hacer magdalenas—, conduce su bus, vuelve a casa para cenar, pasea a su gruñón bulldog y acaba la noche tomando una cerveza en el bar. Y vuelta a empezar al día siguiente.

Mientras lo acompañamos a diario, lo vemos durante su ruta ojeando el paisaje urbano y escuchando fragmentos de conversaciones de pasajeros —sobre anhelos eróticos, sobre anarquistas italianos—, absorbiendo colores y detalles que quizá luego convierta en esas cálidas e intuitivas observaciones de verso libre almacenadas en su cuaderno, y que se niega a publicar. Le gusta su vida, y no va a arruinarla. Quiere que todos sus días sean una página en blanco del mismo libro, y su aspiración es rellenarla solo con palabras correctas. Sabe que, bien entendidos, los ritmos de la existencia cotidiana son una fuente inagotable de inspiración.

HUMOR Y EMOTIVIDAD

Y así transcurre la semana. Le cogemos el ritmo —y nos dejamos llevar por él— a los días, trufados del tipo de pequeños dramas, encuentros casuales y accidentes inesperados que ponen en duda la palabra normalidad. Y en el proceso, con sutileza y modestia y delicadeza milagrosas, 'Paterson' va creciendo en humor tranquilo, y en trascendencia, y emotividad, en buena medida gracias al actor Adam Driver, que hace de Paterson una mezcla irresistible de placidez y melancolía taciturnas.

En otras palabras, a medida que Paterson escribe sus poemas Jarmusch compone el suyo, uno lleno de rimas y repeticiones y significados y que, como la mejor poesía, mantiene ocultas las minucias de su meticulosa construcción de modo que, cuando la imagen final se funde a negro, nos descubrimos en un estado cercano a la hipnosis. Porque 'Paterson' es una película para todos los que se hayan sentido alguna vez desacompasados del mundo. Para todos, punto.

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