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La serie Divergente: Insurgente Ni tensión ni inspiración

La serie Divergente: Insurgente Ni tensión  ni inspiración_MEDIA_2

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Dado que el conformismo es el gran villano de esta saga distópica y el individualismo su bandera, es lamentable que tanto su primer episodio, Divergente (2013), como ahora el segundo encarnen todo cuanto de ordinario tiene la ciencia ficción juvenil actual. En el transcurso de dos horas aquí no pasa casi nada, y lo que sí pasa es terriblemente genérico. No hay drama, ni desarrollo de personajes, ni villanos con jugo ni un verdadero centro emocional

-incluso su protagonista, Tris (Shailene Woodley) parece un secundario-. Las situaciones sacrifican la coherencia en pos de la metáfora fácil. Los efectos visuales probablemente sean de última generación, pero no lucen.

En realidad, buena parte de Insurgente transcurre como un videojuego poco inspirado, y carente de suspense o tensión. Tris debe completar niveles y derrotar a sus enemigos para abrir una caja mágica. En el proceso, las escenas de lucha surgen de la nada, y los personajes corren constantemente de un escenario al siguiente sin lograr nada valioso. Lo mismo, de hecho, puede decirse de la película misma: avanza a ciegas en busca de una razón para existir que no sea la venta de palomitas o el plagio de Los juegos del hambre. En consecuencia, el único acto de rebelión que Insurgente podría provocar en el espectador es hacer que se levante de la butaca a media película y se marche a casa.  NANDO SALVÀ

Robert Schwentke