IDEAS

Versiones de Prince

RAMÓN DE ESPAÑA

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Confieso que nunca fui un gran fan del difunto Prince, aunque algunas de sus canciones me parecieran gloriosas. Siempre lo tuve por un hábil ensamblador de sonidos ajenos, una coctelera humana capaz de mezclar elementos conocidos para elaborar algo que si no era nuevo, por lo menos lo parecía (la primera vez que escuché 'Purple rain', me recordó poderosamente a John Lennon), y siempre me gustaron más ciertas versiones de sus temas que los originales. En ese sentido, el 'Kiss' de Tom Jones me pareció un logro más que notable. Por no hablar del 'Nothin compares 2 U' de Sinead O'Connor, versión sublime donde las haya, aunque la loca de Sinead siempre ha brillado en ese apartado: gracias a su enternecedora revisión de 'Chiquitita', empecé a mirar con mejores ojos a ABBA.

Me pasaba con Prince lo mismo que con Joaquín Sabina, cuyas versiones a cargo de María Jiménez o Ricardo Solfa me gustan tanto como me irritan las originales. Y me temo que eso tiene un componente extramusical que me avergüenza reconocer: donde los demás veían a un dios o, como me dijo una amiga, al semental definitivo, yo solo veía a un negro bajito y esmirriado con bigotillo y vestido de una manera que nunca habría aprobado el gran Bryan Ferry. ¿Prejuicios? No exactamente. Las imágenes del pop no impactan igual en todas las retinas. También tardé años en verles la gracia a los movimientos espásticos de MickJagger en el escenario, aunque adoro a los Stones.

Por motivos relacionados más con la propia psique que con la música, unas estrellas te deslumbran más que otras. Hay quienes consideran ridículo lo que otros encuentran fascinante. Y uno mismo puede cambiar de criterio a lo largo de los años. Hace un tiempo, me hubiese quitado de encima a Prince diciendo que solo era el rey del recorta y pega y que, puestos a ensamblar puzles, me quedo con Beck, que es blanco y me cae más cerca, pero ahora, pensando en esos amigos míos que lo admiraban, considero la posibilidad de no haber sido capaz de verle la gracia. De entenderle, vamos.