REGRESO DE UNA CANTANTE ICÓNICA

El cumpleaños de Nana

Cosmopolita y multilingüe 8 Nana Mouskouri, fotografiada ayer en el paseo de Gràcia de Barcelona.

Cosmopolita y multilingüe 8 Nana Mouskouri, fotografiada ayer en el paseo de Gràcia de Barcelona.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Barcelona trae buenos recuerdos a Nana Mouskouri desde que, en 1960, ganó, con la pieza Xipna, agapi mou (Despierta, amor mío), la segunda edición del Festival de la Canción Mediterránea, gesta estratégica en los albores de su carrera. «Fue mi primera salida de Grecia y el primer éxito de mi vida», afirma la cantante griega, que ha vuelto a la capital catalana tras más de cinco décadas de trayectoria cosmopolita y multilingüe. La resumirá esta noche (21.00 horas), en el Palau, dentro del Festival del Mil·lenni, como hizo seis años atrás.

Tras el triunfo en aquella muestra barcelonesa, los acontecimientos se precipitaron y Mouskouri se convirtió en emergente talento de la canción europea con proyección mundial. «A raíz del festival recibí una llamada de un ejecutivo discográfico francés. Estaban con él Quincy Jones y Michel Legrand. Quincy se estaba preguntando porqué no me presentaba en Estados Unidos, y dos años después lo hice», recuerda la intérprete, que atesoraba un sustancioso bagaje en Grecia de la mano del compositor Manos Hadjidakis. «Compuso la música de la película Nunca en domingo, protagonizada por Melina Mercouri, que abrió un camino para la música griega», destaca.

Nacida en 1934, entre guerra y guerra, la joven Mouskouri tomó contacto con el jazz que venía del otro lado del Atlántico. «Mi padre trabajaba como operario del proyector de un cine, y crecí viendo películas americanas con bandas sonoras de jazz. Era la posguerra y escuchábamos la programación musical de Radio Argel», explica Mouskouri valiéndose del inglés (aunque se defiende en castellano, opta por descartarlo en la entrevista).

En los 60 se instaló en París y se relacionó con la plana mayor de la chanson, en particular con Jacques Brel, de quien adaptó diversas canciones. «Encajaban muy bien con mi estilo», considera. Y su sintonía con la francofonía fue tan intensa que, en 1963, representó a Luxemburgo en el Festival de Eurovisión, compitiendo con Françoise Hardy. Ni una ni otra ganaron. «Pero tuve mucha suerte, porque Harry Belafonte, que estaba en Londres, vio el programa y le preguntó a Quincy Jones si conocía a una cantante francesa con gafas. Le dijo que sí y que no era francesa, sino griega». Acabaron trabajando en Estados Unidos, mientras las objeciones promocionales sobre aquellas gafas se diluían. «Yo creía que no podían ser un obstáculo en mi carrera, aunque todos me decían que me las quitara», señala Mouskouri, que no tiene un elevado concepto de la Eurovisión actual. «La canción ya no importa. Todo es visual. Los cantantes de verdad ya no van al festival y, si van, se les ve ridículos», lamenta.

Bandera europea

Mouskouri vive ahora en Ginebra, en la multilingüe Suiza; sede oportuna para una cantante que abandera una idea de europeidad. «Me considero tan griega como europea, y allá donde voy siento que represento todas las culturas de las lenguas en las que canto, que son cinco sobre todo», explica.

Aunque en el 2008 se despidió de los escenarios, el año pasado emprendió una nueva gira, este Happy birthday tour que le trae de vuelta a Barcelona. «Echaba de menos los escenarios, pero, sobre todo, encontré la excusa para volver en el hecho de que en el 2014, en octubre, cumpliré 80 años. Esa cifra me impresiona; no diré que me deprima porque todo el mundo se hace mayor y así es la vida», señala. 

Dice tener ideas para un próximo disco («tengo canciones nuevas; algunas las interpretaré en el Palau») y se reafirma en sus principios motivadores para explicar su longevidad escénica. «Soy una cantante, que es lo que siempre quise ser». Y, admiradora de voces contemporáneas como Norah Jones y Amy Winehouse, desplaza la responsabilidad de innovar y romper moldes a las nuevas generaciones. «Que sean otros los que empujen la música hacia otras direcciones. No me corresponde a mí».