Mobilització en un país de la UE

Las 'horcas' extienden por toda Italia su indignación pacífica

Un ultra de  Casa Pound en la manifestación de ayer en Roma.

Un ultra de Casa Pound en la manifestación de ayer en Roma.

ROSSEND DOMÈNECH
ROMA

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en la céntrica Piazza del Popolo de Roma se concentraron ayer 3.000 horcas, casi el mismo número de policías, carabineros y agentes secretos que les vigilaban. Con los criterios contemporáneos, esta cifra no constituiría una noticia si no fuera por que, paralelamente, en casi 50 capitales de provincia, otros grupos de horcas siguieron ocupando plazas, carreteras, vías de tren y acordonando bancos y edificios oficiales sin intenciones de irse.

Llegan, plantan sus tiendas y se meten dentro. Con frecuencia, se tratan de familias enteras. «Devolvednos la dignidad» y «pasaremos aquí las Navidades y el fin de año», gritaban ayer en Roma. Las horcas son un movimiento sin líderes, ajeno a la política, que se manifiesta contra una clase política que, según rezan sus pancartas, ha provocado los desbarajustes causados por una crisis que este año ha obligado a cerrar casi 100.000 empresas y ha echado al paro el 12,7% de los ciudadanos y el 25% de los jóvenes.

En Pisa, las horcas ocuparon ayer las vías del tren. En Sassari (Cerdeña) desfilaron con ataúdes frente a la diputación enarbolando pancartas en las que pedían «cambiar todas las normas monetarias europeas». En Barletta, en el sur, una procesión de comerciantes y empresarios entregó las llaves de sus locales y casas al delegado del Gobierno. «Estamos desesperados, contra el Gobierno, el Estado y la Unión Europea», gritaban los unos, mientras otros clamaban: «No somos horcas, sino italianos». Los mapas peninsulares publicados por los diarios de la mañana señalaban ocupaciones y actividades de las horcas en unas 50 ciudades del país.

ESPONTÁNEO / El movimiento salió a la calle, aparentemente de forma espontánea, el pasado día 9, por lo que se conoce como Coordinadora del

9/D, aunque otros lo definen como el Movimiento de las Horcas. La referencia es a los campesinos (con los horcones) que en el siglo XIII derrotaron a los franceses en Sicilia, propiciando la llegada de la corona catalano-aragonesa.

Pero el movimiento no es homogéneo. Las protestas de las horcas del centro son más agresivas y las del norte y el sur, más tranquilas. Todos rechazan la violencia. «Estamos desesperados y cansados de que nadie nos escuche», explicó en Roma Giancarlo Narboni, líder de la coordinadora de Turín. «Todos a casa», gritaban los manifestantes a su alrededor.

Dado que las protestas piden a gritos la retirada de la clase política y la convocatoria de nuevas elecciones, tanto Silvio Berlusconi como Beppe Grillo, líder del M5S, les manifestaron inmediatamente su apoyo. También lo hicieron los militantes de Casa Pound, de la extrema derecha, y los miembros de los llamados Centros Sociales, equivalentes a los okupas de otros países y generalmente situados en la extrema izquierda. La mezcla ha asustado a los grupos del norte y del sur, que ayer no viajaron hasta Roma.

LA PATRONAL LO ENTIENDE / Giorgio Squinzi, presidente de la patronal, comentó que las protestas están «ampliamente justificadas» y el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de los obispos italianos,  hizo un llamada a las instituciones para que escuchen «el grito de dolor de la plaza». Por su parte, las autoridades han reunido repetidamente a los comités ciudadanos de seguridad para afrontar una situación que, más que de orden público, es económica y social.

Dentro de una de las tiendas del mayor poblado de las horcas plantado en Roma fue descubierto ayer un micrófono. «¿Por qué nos espían? Los únicos infiltrados aquí son (Enrico) Letta y (Giorgio) Napolitano», protestó Danilo Calvani, coordinador de la zona central del país, en referencia al jefe del Gobierno y al presidente de la República.

Desde el palco de la plaza, Calvani denunció que «esta clase política deslegitimada ha tratado el ser humano como mercancía de intercambio y ha destruido las familias».  El dirigente pidió que «se haga tabla rasa de esta vergüenza institucional, devolviendo dignidad a este pueblo que la merece».