LA SITUACIÓN EN UN PAÍS LATINOAMERICANO

Un Ejército transgresor

Estrecha relación institucional 8César Milani, en primer plano, y Cristina Fernández de Kirchner, en un acto del pasado mes de julio.

Estrecha relación institucional 8César Milani, en primer plano, y Cristina Fernández de Kirchner, en un acto del pasado mes de julio.

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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«El Ejército está dispuesto a ir por todos los cambios y yo quiero ser el más transgresor». Las palabras del teniente general César Milani parecieron venir de otro tiempo polémico, el de los militares populistas. Milani, que hace pocos días obtuvo el grado más alto de su institución, en medio de profundas controversias políticas, le confesó su vocación de «transgredir» nada menos que a Hebe de Bonafini, que encabeza una de las facciones en las que se han divido las Madres de la Plaza de Mayo. ¿Es un Juan Perón de probeta o un impostor?

Milani se traga la letra ese al hablar. Reivindica un origen popular pero tiene un pasado que, dicen sus impugnadores, no puede justificar con su salario. El papel desempeñado durante la última dictadura militar (1976-83), cuando era subteniente, es quizá el punto más opaco de su biografía. Su nombre está asociado a la desaparición de un soldado y los padecimientos de un opositor al régimen. «Nunca torturé, ni maté, ni estuve», se defendió Milani ante la iracunda Bonafini. Y dijo que «las calumnias e injurias» de las que es objeto provienen «de monopolios mediáticos y dirigentes políticos» que tratan de «impedir que el Ejército participe activamente de un proyecto nacional».

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el organismo que con más persistencia y eficacia batalló para derogar las leyes de impunidad a los represores, impugnó no solo el ascenso de Milani, sino su permanencia al frente del Ejército. «No afirmamos que torturó, pero resulta inaceptable que pretenda no haber sabido que otros lo hacían. Por eso consideramos que no merece la confianza que la democracia debe tener en el jefe de sus Fuerzas Armadas». Contra el entusiasmo que despertó en Bonafini, madre de dos desaparecidos, la figura del teniente general, el otro grupo de las Madres, que lidera Nora Cortiñas, calificó su promoción como un grave retroceso. Lo mismo opinó el director de la Biblioteca Nacional, el ensayista Horacio González, quizá el intelectual que más se ha comprometido con el kirchnerismo.

Cristina Fernández de Kirchner se empecinó no obstante en encumbrarlo. Según Alberto Valdéz, columnista del portal Infobae, desde entonces «se ha puesto de moda» comparar a Milani con el del presidente de la Asamblea Legislativa venezolana, Diosdado Cabello. «Obviamente, el paralelismo es exagerado ya que el chavismo nació de la mano del factor militar y siempre gobernaron juntos».

La purga inicial

Néstor Kirchner inició en el 2003 su mandato con una fuerte purga de la cúpula castrense y un repudio explícito al papel que habían jugado los uniformados en los años 70. Los cambios se hicieron sentir en las políticas de Defensa y en la educación de los futuros militares. Pero a su viuda, Cristina, en octubre del 2012, tras la victoria electoral de Hugo Chávez, dejó entrever qué tipo de institución armada la encandila. «Yo veía por la televisión a militares venezolanos en la terraza de la Casa de Gobierno, agitando banderas. Sentí un poco de envidia, me hizo recordar al primer peronismo, el del 46».

Milani no solo tiene el beneplácito presidencial. Se acaba de asegurar la lealtad y confianza de la oficialidad superior del Ejército. Ha diseñado la cúpula militar más numerosa desde el retorno de la democracia, con 55 generales. Una cuarta parte de ellos pasó por la especialidad de Inteligencia. «El área en la que el jefe de la fuerza cimentó su poder», señaló La Nación. Esos 55 generales comandan una tropa de apenas 17.000 soldados. Un general por cada 309 soldados. Otra de las rarezas que ofrece el kirchnerismo.