LA RADIO QUE DESAFÍA LA CENSURA EN COREA DEL NORTE

Buenos días, Pyongyang

Kim Seong Min, fundador y director de Radio Free North Korea, emisora que emite desde Seúl.

Kim Seong Min, fundador y director de Radio Free North Korea, emisora que emite desde Seúl. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / Seúl

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Kim Seong Min posee una de esas voces radiofónicas tan especiales que parecen disociadas del cuerpo, como si formaran entes autónomos. Cadenciosa, envolvente, mansa. Reserva la aspereza para el mensaje. No vivís en el paraíso que os cuentan. En el sur hay libertad y comida. La riqueza de Kim Jong Il viene de la sangre y el sudor del pueblo.

Kim fundó y dirige Radio Free North Korea (RFNK), formada por una docena de desertores norcoreanos. Su sede en Seúl es un estudio minimalista y una espartana redacción, apenas con un cartel que reza: Democracia, Libertad, Reunificación. Hacerse oír en el país más hermético del planeta genera un peligro cotidiano. Dos guardaespaldas vigilan la puerta. El tirano Kim Jong Il saludó la apertura de la emisora en el 2004 prometiendo castigos para los traidores y las amenazas llegan por correo electrónico, teléfono y carta. Sobran precedentes de agentes norcoreanos llegados para eliminar desertores.

Seudónimos y represalias

Descontado Kim, todos utilizan seudónimos para proteger a los familiares que siguen en Corea del Norte. Más peligro aún corre la docena de informantes en territorio enemigo, entre soldados, profesores y campesinos. Cada periodista tiene los suyos y está prohibido revelarlos o compartirlos con los compañeros. Gran parte de la red de informantes dejó de contestar al teléfono un día del 2007 y nunca más se supo. Con suerte, acabaron en el gulag.

RFNK les da un teléfono, una grabadora y unos 200 euros mensuales de media. El grueso del presupuesto de la emisora lo cubre la New En-

dowment Democracy estadounidense, que ha relevado a la CIA en la desestabilización de gobiernos incómodos.

La RFNK fue la primera en contar las rarísimas protestas sociales que este año siguieron a la salvaje depreciación de la moneda nacional. Es la única que emite voces de norcoreanos de dentro del país, que se emiten distorsionadas. Han colgado en su web fotos de ejecuciones públicas y de niños mendigando arroz. Disponen de imágenes de norcoreanos rezando (solo se permite el culto a los líderes) que no publican para evitarles la ruina. Son raras grietas en el granítico muro de secretismo. Un informe solicitado por Kim Jong Il cuando subió al poder concluía que la principal causa del derrumbe del bloque comunista europeo fueron las fugas de información.

El fracaso de la CIA

Hoy Corea del Norte es un país a contrapelo en la era de la globalización. La población no dispone de internet y los únicos transistores legales sintonizan emisoras nacionales. Corea del Norte y el mundo son compartimentos estancos. "Una obra maestra de contrainteligencia", sintetiza el especialista Andrei Lankov. "Los resultados de la CIA allí son el fracaso más duradero en la Historia de nuestro espionaje", resumió Donald Gregg, exembajador estadounidense en Seúl. La composición del Gobierno, el precio del arroz o cualquier dato nimio son secretos de Estado.

La única y novedosa vía de contacto con el mundo son unos aparatos chinos de radio, pasados de contrabando, que en el mercado negro se venden por 700 wons norcoreanos (siete meses de sueldo medio). Ahí reside la audiencia de la RFNK, que con mucho optimismo cuantifican en un 5 % de la población. Kim renueva su compromiso cada vez que un desertor recién llegado le revela que le escuchaba desde el norte.

El editor de la emisora dice llamarse Seon Rak Jin. Huyó del norte dos años atrás. "Escuchaba la radio bajo las sábanas y después la escondía en el doble fondo del armario. No se lo dije a mi mujer porque nos obligan a delatar a los familiares. Hasta las hambrunas de los años 90, muchos creíamos vivir en el paraíso. Después, empezamos a dudar. No conocía esta emisora, la sintonicé por casualidad. Escucharla fue el empujón que necesitaba para escapar".

Un exmilitar

Kim se afana en derrumbar desde las ondas el edificio de mentiras que había ayudado a levantar. Era un fiel oficial militar en el departamento de Propaganda. Por su trabajo tenía acceso a radios de largo alcance. Un día escuchó en una emisora surcoreana que Kim Jong Il no había nacido en el sagrado Monte Paekdu sino en la antigua Unión Soviética. Aquellas escuchas, recibidas al principio con el escepticismo que se reserva a los enemigos de la nación, acabaron desmoronando sus certezas y apuntalando su voluntad de escapar. Fue capturado cuando huía, encarcelado y torturado. Era conducido a su ejecución pública cuando saltó de un tren en marcha. Alcanzó China, comió raíces durante días y trabajó años en una fábrica en durísimas condiciones antes de alcanzar Seúl.

"Quiero que los norcoreanos que me escuchen experimenten el mismo shock que sentí yo aquel primer día. Acabar con su lavado de cerebro. Necesitan comida, pero también alimento intelectual. Queremos contribuir a la caída de la dictadura enseñando a los norcoreanos conceptos como democracia y libertad. Si esta noche todos nos escucharan, no esperarían a mañana para derrocar al Gobierno".

La emisora nació en el 2004 en apogeo de la política de reconciliación (sunshine policy) diseñada por Kim Dae-Jung , expresidente surcoreano y Nobel de la Paz. El clima distendido en la península exigía prescindir de los elementos de fricción y las emisoras gubernamentales críticas con el vecino callaron. Alguien tenía que seguir explicando las desgracias de los hermanos del norte, juzgó Kim. No ha recibido ninguna subvención oficial, ni entonces ni con el actual presidente, Lee Myung-bak, que ha recuperado la línea dura. Hay roces habituales con el sector progresista, más comprensivo con el régimen estalinista del norte. La única paliza la recibió Kim de un grupo de estudiantes surcoreanos de extrema izquierda. La emisora, explica, pretende informar a los surcoreanos de cuanto ocurre en Corea del Norte y viceversa. La programación ha madurado, con un tránsito de la propaganda incendiaria a un conjunto de información, entrevistas con expertos y entretenimiento. Los sectores de la extrema derecha le acusan ahora de tibio.

Kim se excusa. Es la hora. Miles de compatriotas ya le esperan arrebujados entre las sábanas, con el miedo vencido por la curiosidad por oír de ese mundo libre y recién descubierto al otro lado de la alambrada, a apenas 50 kilómetros, donde hay excentricidades como McDonalds y libertad.